Curiosidades checas (para un maracucho)

De entrada, y excluyendo el idioma y el clima, que serán temas de otras entradas, no hay mayores diferencias entre las costumbres nuestras y las de aquí – ambos países se enmarcan en lo que se conoce como cultura occidental. Sin embargo, sí hay algunas costumbres que no dejaron de llamarme la atención. Sin ningún orden en particular, aquí van.

  1. Los zapatos se dejan fuera: Es de pésimo gusto andar con zapatos dentro de la casa. Los zapatos se dejan fuera, en una alfombrita o zapatera a la entrada de la casa, o justo en la entrada hay una zona para ellos. A mí me parece una buena idea – el sucio queda fuera, y la vivienda queda más limpia. A veces hay unas pantuflas para caminar, sobre todo si el piso está frío. Esto sólo pasa en las casas particulares y los consultorios privados de doctores. En comercios, hospitales, etc. se usan zapatos. En las oficinas, alguno se atreve a ir sin zapatos por la oficina, pero es muy poco común.
  2. Caminar descalzo en la calle en verano: Como no hace el calor que hace hervir el acero, se puede caminar descalzo, incluso en días calientes, por la calle. Y no es raro ver a alguien hacerlo (aunque me parece lo opuesto a lo anterior – ganas de pescar una infección).
  3. Informalidad en vestimenta en los trabajos: Si el trabajo no involucra atención al cliente, no es raro ver en verano a gente en shorts, franelitas y sandalias en los trabajos. Me parece genial; nuestra formalidad latina a veces es innecesaria.
  4. Cortesía en el tráfico: Excluyendo el irresponsable aquí y allá, se maneja muy correctamente – los autos se detienen en los pasos de peatones, o para permitir que un autobús se incorpore desde una parada. Es una norma que cuando un conductor facilita a otro una maniobra y queda detrás, el conductor beneficiado encienda por un par de segundos los intermitentes para dar las gracias. Los motociclistas estiran la pierna izquierda.
  5. Falta de «discriminación positiva»: Este término se lo escuché a una colega de España que con ello definía la supuesta discriminación que representa la caballerosidad: ceder el asiento en el autobús a una dama o a una persona mayor, abrirle la puerta a alguien, pagar la cuenta en una cita, etc. Esta colega decía que en estos casos, no le importaba ser discriminada. El caso es que en muchas ocasiones traté de ceder el asiento en el autobús a quien consideraba que lo merecía y el asiento se quedaba sin ocupar.
  6. Amor a los perros (y a los gatos, pero mucho menos): Los perros son parte integral de muchísimas familias. Todos llevan un chip (obligatorio) para localizarlos, pueden montarse en autobuses, ir a restaurantes, tiendas, plazas, etc. En muchos restaurantes, el mesero le trae un plato con agua. Muy pocas veces he visto a un perro descuidado, o desaliñado. Esto es común también en Alemania, al menos. Me parece fantástico, pero hay que tener a los perros educados.
  7. Las pocetas con dos botones: Hay dos, un botón pequeño, para cuando haces pipí, y un botón grande, para cuando haces del 2. Se ahorra agua de esta manera, ya que con el botón pequeño, sólo baja poca agua. Los papeles se lanzan por la poceta, también me parece bien (menos basura), pero eso hace que los «Sedal extra suave, triple hoja, super perfumado» sean pañuelos de encaje comparado con el papel que se vende aquí. Hay que acostumbrarse, es por el bien de la Naturaleza. También hay cepillito para limpiar lo que queda pegado. Es de mal gusto dejar la firma en la poceta.
  8. Ducha y poceta separadas: En muchas casas y apartamentos, hay un cuartico con la poceta y quizás un lavamanos, y otro cuarto con la ducha.
  9. Mikuláš, čert a anděl (Santa, el ángel y el diablo): El 6 de diciembre «baja el ángelito», se iluminan los árboles de Navidad y se abren los mercaditos de las plazas. Pero con el ángel, viene el diablo también, con sus cachos, sus cadenas y su aspecto horroroso. Ángel y diablo se pasean por plazas emocionando y asustando a niños a partes iguales. Un recordatorio para ellos de que si no se portan bien, no habrá regalos. A algún pequeñín lo he visto llorar de miedo con los diablitos. Me parece una crueldad, pero algún papá me ha comentado que es la época del año donde se portan de maravilla los niños.
  10. La comida de Navidad: Se celebra el 24 en la noche, como nosotros. La cena típica es carpa (pescado de río) con ensalada de papas. Cada familia tiene su propia receta que es mejor que cualquiera otra. Una vez cenado, los niños han de irse a lavar las manos, y justo en ese momento malý Ježíšek (el niño Jesús) deja los regalos. Es tradición compartir galletas y dulces con vecinos, amigos y colegas de trabajo.
  11. Pomlázka : La Semana Santa se celebra de modo muy diferente a nuestra parranda playera o en menor grado, montañera. Lo que sí es similar es que la parte secular se ha impuesto claramente sobre la religiosa. Los días libres aquí son viernes y lunes alrededor del fin de semana santo. Lo curioso es el lunes después del Domingo de Resurrección. Los niños (y no tan niños) salen con sus fuetes, usualmente hechos a mano en casa, a darle en el trasero o las piernas a las mujeres, ya que eso trae fertilidad y salud. Esto dura a mediodía, y luego las mujeres agradecen con bebidas a quienes han pegado a sus traseros por la salud y fertilidad brindadas. Para mí, una de las mayores curiosidades.

  1. Las chatas o chalupas (y el amor a la naturaleza): La mayoría de las personas tiene una choza o cabaña en la cual pasar con amigos o familia el fin de semana, o algún «puente». Algunas son muy sencillas, con un pequeño patio para cultivar algo durante el verano, otras son muy bonitas y grandes. Pero están en sitios rurales, cerca de un lago, un río o colinas. Durante los fines de semana, las ciudades se vacían, y la gente va al campo a montar bicicleta, o a pescar (dos actividades muy populares). Alguien me ha contado que en la dictadura comunista, ésta era una de las pocas actividades que se podían hacer sin tener a la policía secreta en la nuca. Como el país no es muy grande, y la naturaleza alrededor de las ciudades es muy bonita, pues es muy fácil salir de casa temprano un sábado y regresar tarde un domingo.
  2. Las cervezas: Los checos no inventaron la cerveza, pero perfeccionaron significativamente su industrialización y variedades. La cerveza Pilsen (Polar y Regional) que tomamos toma su nombre de la ciudad Plzeň, donde se perfeccionó su fabricación y se dictaron normas de calidad y pureza. Aquí puedes encontrar infinidad de cervezas, maltas, ale, negras, claras, ligeras y fuertes. Las botellas suelen ser de 1/2 litro e incluso se venden algunas marcas baratas en botellas PET de 2 litros. La cerveza de sifón es regularmente de 1/2 litro, no se sirve tan fría y sí con mucha espuma para mi gusto. Hay muchos «pivovares» – bares o restaurantes que producen su propia línea de cervezas, así que es posible pasarse una vida entera probando cervezas.
  3. Baños de agua fría: Algunas personas (no todas) se dan baños de agua helada en ríos y lagos – lo consideran saludable. Algunos no tienen ningún problema en quedar en cueros y lanzarse a una laguna con agua a menos de 5 C. Yo paso.
  4. Los castillos y palacios: Los hay por centenares, desde castillos en ruinas, hasta palacios en perfecto estado de conservación. Vale la pena una visita sólo para verlos. La entrada no suele ser costosa, y casi siempre hay visitas guiadas en varios idiomas.
  5. Para la suerte: Sé de dos cábalas – tener una castaña en la cartera o una escama de la carpa que se comió en Navidad.

Un maracucho en Chequia

Antes de llegar aquí, conocía a Chequia por su cultura y su historia, por algo de su música y su literatura, y por algunos colegas con quienes trabajé hacía muchos años atrás.

Como me atrae la historia alrededor de la Segunda Guerra Mundial, estaba al tanto del pacto de Múnich, de los «protectorados» y cómo la antigua Checoslovaquia fue negociada para intentar detener una inevitable guerra. Sabía también que eran una potencia industrial antes de la guerra, y gracias a ella y a 70 años de comunismo, quedaron atrás comparados con sus vecinos occidentales – pero han recuperado el paso muy rápido. Escuché lo más famoso de Dvorak y Smetana – me parece fascinante de éste último el Vltavá (Moldava) y Kafka es uno de mis autores favoritos. Pero más que todo, Praga me ha parecido desde siempre una de las capitales del mundo. Es una de esa veintena de ciudades que siempre soñé conocer… y resultó aún más maravillosa de lo que me la imaginaba.

Trabajé unos años en un grupo de investigación grande, con representación de venezolanos, griegos y checos. Éstos últimos me parecieron unas personas muy serias, muy concentrados en su trabajo, y en esos años hacían lo que a mí me parecía magia con las computadoras; a principios de los ’90, las pantallas parecían de Windows actual. Pero también eran muy corteses y buenos conversadores en los ratos de descanso, aunque no con la algarabía que el estereotipo nos asigna a los latinoamericanos.

Con ese trasfondo nos mudamos aquí, a un pueblo a 150 km al sur de Praga, de 90000 habitantes, agrícola e industrial a partes iguales. Llegué yo primero, y a la semana llegaron Carmen y los muchachos. Tras venir de la bulliciosa, caliente y desordenada Maracaibo, České Budějovice era una especie de retiro rural, tranquilo en extremo excepto por las madrugadas de sábado y domingo alrededor de la plaza central. A diferencia de las grandes ciudades, el inglés no es tan útil, así que el proceso de adaptación fue más difícil por ello. Pero tampoco fue muy complicado. Tuve mucha ayuda de los colegas de trabajo para algunas diligencias clave (visas, bancos, seguros, documentos, impuestos) y eso facilitó la adaptación. También tuvimos mucha suerte. Cuando conseguimos nuestra primera vivienda, mientras bajábamos las pocas cosas que trajimos, uno de los tres vecinos del portal nos ofrecieron café y ayuda. Martin y Edita han sido desde entonces entrañables amigos, nuestros hermanos en este exilio. Hugo y Félix, sus dos pequeños hijos, los hemos adoptados como nuestros nietos. Gracias a ello, la soledad del emigrante se hizo más llevadera. El hijo quinceañero de otro de los vecinos, Christoph, venía a cortar la grama durante quince minutos y hablábamos por mucho más. Eso nos acercó también a sus padres. Los terceros vecinos, una pareja de adultos mayores, los Matous, también fueron muy cariñosos. Fue una pena cuando nos mudamos hace algo más de un año. Todo esta va un poco en contra de esa idea que los centroeuropeos son fríos y distantes. Mi opinión es que al principio lo son, cada quien a lo suyo, nadie te molesta pero nadie se interesa. Pero una vez que se trata a las personas y se intima un poco, pueden ser extraordinarios amigos.

Y así, poco a poco, se fueron uniendo los días con las noches, los inviernos con las primaveras, los pequeños eventos con los golpes y alegrías. Cuando levantamos la cabeza, ya habían pasado cinco años. Quiero que en post semanales (o más frecuentes, si es posible), ir contando esas anécdotas e historias.

And the Oscar goes to… (si yo fuera la academia)

Este año hubo buenas películas entre las candidatas, así como buenos actores. Dejando aclarado de antemano que aún no he visto The Revenant, aquí va mi impresión.

Primero, las que no deberían estar: The Martian y Mad Max. Son buenas películas, con impresionantes efectos especiales. Usan a la ciencia ficción para narrar historias, pero no con la fortaleza o la seriedad que un Oscar requiere. Ambas son historias predecibles, donde los buenos triunfan después de muchas peripecias, suerte, coraje y ayuda de alguien inesperado. 80% de las películas son así. Ves cinco minutos y ya sabes que pasará. En ambas me dediqué a explorar los efectos, la fotografía, la música, pero no la película. Ya estaba claro quienes morirían, quienes serían los que ganarían y los que perderían, incluso los que se sacrificarían con «muertes secundarias»: aquellos que sabes que morirán (o dejarán algo muy importante) para que el héroe triunfe. Buenas películas domingueras, pero más nada. Ojo, soy amante de la ciencia ficción. Yo incluiría a Ex Machina en vez de cualquiera de estas dos. No sólo sus efectos especiales son realmente alucinantes, sino que la película tiene un muy buen final.

Puente de espías.

Ya sé, película de final predecible, pero, ¿no son así las tramas basadas en las historias reales? Sobria actuación de Tom Hanks, como siempre, pero realmente destacable es la de Mark Rylance. Destaco la fortaleza de ambos actores en la caracterización de sus papeles, la credibilidad que le dan. También me parece que estuvo muy bien ambientada, con todos los detalles cuidados, al menos para el observador promedio. La escena de la entrega de los espías en el puente es de las mejores y cierra con broche de oro la película. No me gusta ese dramatismo, de carrera de los últimos segundos, que seguro no pasó, que suele ser muy «Spielbergiano», aunque entiendo que eso es necesario para la taquilla. Fuera de ese detalle, es una gran película.

Spotlight

Otra película basada en hechos reales, pero que trata un tema muy espinoso, y muchas veces dejado de lado: la pederastia de sacerdotes en Boston (pero que sucede en todos lados del mundo). Me llama la atención cómo se trató el tema, que se presta para radicalismos. No se perciben estridencias, aunque sí las pugnas y luchas de la casta católica por ocultar un problema que obviamente se estaba saliendo de las manos. La actuación de quienes representan a las víctimas se hace con humanidad y sin drama «hollywoodense». Me sorprende que haya tenido el Oscar visto lo anterior. También se ve que es una película de relativo bajo presupuesto. Ambas cosas sólo la hacen aún más notable. También está muy bien logrado el balance de caracteres entre  el imperturbable Liev Schrieber y el explosivo Mark Ruffalo. Aunque yo hubiese votado por Puente de Espías, esta selección no me disgustó.

The Big Short (La gran apuesta)

Es una película rara. Actuada, pero tratada como documental, quizás su gancho. Muchas escenas reales de la explosión de la burbuja financiera de las viviendas. No es fácil de seguir, pero documenta una de las barbaridades de la historia, que muestra (como muchas otras cosas) que el hombre es capaz de arruinar a muchos otros hombres por la codicia. La verdad es que no percibo el aspecto supuestamente cómico de la película, más allá de algunas frases ácidas principalmente de Bale. Es una muy buena película, pero que no sigue los cánones tradicionales. Pero no debe dejar de verse.

Brooklyn

Muy buen film, con una ambientación y fotografía superlativas, y que impactará a cualquiera que haya tenido que alejarse de su tierra. Si no fuese por Brie Larson, Saoirse Ronan debería tener el Oscar a la mejor actriz. Su papel soporta toda la película; lo único que le critico a esta película es que es muy predecible y que muestra a una emigrante que le fue muy bien, en un momento en que las penurias eran generalizadas, y creo que debió destacarse un poco más. El conflicto profundo entre perseguir la felicidad en la vida y sacrificarla para cuidar de los padres que tiene la protagonista tras la muerte de la hermana, es el problema del emigrante mejor tratado, pero hay otros que siento que pudieron ser mejor logrados, pero lo anterior no desmerita para nada la película. Jim Bradbent (Padre Flood) tiene participaciones de gran valor actoral.

La habitación (Room).

Dejo de última la que más me gustó como película, por la fortaleza de sus caracteres. Con sólo dos actores (Brie Larson «Ma» y Jacob Trembaly «Jack») transcurre más de media hora de película en una habitación pequeña sin que la película pierda emoción o fuerza. El rescate y posterior adaptación a la realidad de Jack y Ma, que muestra la plasticidad de la infancia frente a la debilidad de los adultos es extraordinariamente bien lograda, en mi opinión. Y en este momento, la actuación de Joan Allen, madre y abuela, le da un nuevo impulso a la película. Yo le hubiese entregado el Oscar al mejor actor a Jacob (perdón Di Caprio), ya que es realmente impresionante su papel y más aún si se toma en cuenta que es sólo un niño.

 

En resumen, este año contamos con excelentes películas. Spotlight es un digno ganador, las otras quizás hubiesen contado con mejor figuración de no haber habido tan alta competencia. No opino sobre el Mejor Actor, pero Jacob Tremblay hubiese sido un justo ganador también. Muy de acuerdo con el de Mejor Actriz y Mejor Actor Secundario. Debo ver aún La Chica Danesa para opinar sobre Alicia Vikander, pero tiene muy buenas referencias.

Florentifausto

Una fábula que pretende explicar lo que le pasa al Madrid estos días.

faustoDios y el Diablo hicieron una apuesta sobre Florentifausto. Mefistófeles estaba convencido que podría desviar a Florentifausto del camino del bien; corromper a un hombre que lo había estudiado todo y que se dedicaba a la tarea titánica de evitar que el Barsa lo ganara todo. Florentifausto había dedicado sus riquezas a lograrlo. Sus esfuerzos lo convirtieron en presidente del equipo que más odiaba al Barsa. Y había gastado mucho, mucho dinero en fichajes para poder ganarle al Barsa, para tener más títulos que ellos. Lo que no sabía Florentifausto es que eso era una trampa que le había puesto Mefistófeles, llenando a ese equipo con sus enanos ayudantes para sacarlo de quicio. Y claro, al hacer cosas de otro mundo, esos enanos hacían que el Barsa ganara y ganara. Y, por supuesto, el equipo de Florentifausto perdía y perdía.

Eso no siempre había sido así. Antes de la intervención diabólica, el equipo angelical (usa uniforme blanco completo, como los ángeles) era el más ganador. Copas y Ligas, Ligas y Copas llenaban vitrinas. De entre todas, destacaba la de «mejor equipo del s. XX». Pero era sólo el comienzo de la trampa de Mefistófeles. Ya comenzado el s. XX, Mefistófeles le hizo ganar la Novena. Pero hasta ahí. Aunque los demás equipos tenían tres, cuatro y hasta cinco copas, nadie tenía tantas. Sin embargo, los ángeles tenían una gran obsesión: «La Décima». Diez Copotas. Diez, número redondo, como de gloria. Los enemigos temblarían al ver en la manga el 10 debajo de la Copa Orejona.

Pero la Décima no llegaba. Y Florentifausto cambiaba entrenadores. Y traía jugadores. De toda la galaxia, porque ya el planeta no era suficiente. La angustia lo comía, estudiaba al maléfico Barsa, noche tras noche. Pero la Décima se esquivaba. Era tal la angustia, que no pasaba de octavos de final en esa Copa. Sólo encontraba un pequeño alivio azotando a su rival del pueblo, los colchoneros. Eran como los cristianos en el Circo Romano. Un rival menor, que se destrozaba a placer, para que la grada no se enojara tanto.

El diablo es muy paciente, y sus mañas, difíciles. Pasados diez años de esta historia, donde les dejaba una Copita por aquí, una Liguita por allá, Mefistófeles inició su plan diabólico (¿de qué otro modo se puede calificar un plan del mismo diablo?). Ese año el equipo angelical ganaba y ganaba. Después de años de decepción, parecía que vería la final de la Décima. Mefistófeles, para más morbo, eliminó al Barsa e hizo que el rival fuesen los colchoneros. Poco a poco, con resultados increíbles que desbancaban las casas de apuestas, la final soñada, entre dos equipos de una misma ciudad, algo inédito se daba. Goliat contra David. No había modo que el equipo angelical perdiera. «¿Los colchoneros? «, decía Florentifausto con una risa. «Los aplastaremos y haremos récord».

Y así, la final comenzó. Y, para sorpresa de todos, incluyendo los propios colchoneros, la iban ganando quienes no se suponía que la ganarían. Los minutos pasaban, cada vez más rápido. Florentifausto no se podía contener, caminaba nervioso, sudaba, exhuasto. Incluso pensó en la solución final, el clímax shakesperiano de su tragedia: la dimisión. En un descanso de la batalla final, Florentifausto salió a tomar aire. Un perrito faldero le siguió. Jugando con el perro, para disimular los nervios, volvió al estadio. La final seguía igual: 1-0. De repente, el perro se convirtió en Mefistófeles. Asombrado, Florentifausto veía cómo Mefistófeles le aseguraba que le daría la Décima a cambio de su alma, de que Mefistófeles le rigiese su destino y fuese su esclavo para siempre. Florentifausto veía cómo los minutos pasaban: 70, 75, 80, 85… Sus galácticos no podían con los colchoneros. «¡No es posible!», repetía. Y Mefistófeles sonreía. Un gesto suyo, sólo una pequeña mirada, hacía que un balón de gol pegara en un poste, o en la mano de una estirada imposible del portero.

Al borde de la desesperación, Florentifausto firmó con sangre el pacto que apenas había ojeado. La Décima lo valía todo. Mefistófeles lo hizo sufrir hasta el último segundo (como ya todos ustedes saben). Al final, feliz con su Copa, Mefistófeles y Florentifausto compartían el placer de la victoria. Florentifausto, ya relajado, le pregunta a Mefistófeles: «¿Qué me costará esto? – seguro no le ganaremos más al Barsa». Mefistófeles rió mientras rayas verticales azules y granate se dibujaban en su cuerpo. «No, de esa parte me he encargado yo; sería un costo muy barato. No le ganarás más nunca a los colchoneros y serás el hazmerreír de tu pueblo».

Desde ese entonces, al final de cada juego, sólo se oye en la grada «Florentifausto, dimisión».

Y si dudan de que esta historia es verdad, vean lo siguiente: Previo a la Décima, El Real Madrid ganó 8 juegos, empató 1 y perdió 1 con el Atleti. Después de la Décima, no ganó ninguno, empató 4 y perdió 6. Y sigue sin ganarle al Barsa.

Un policía bueno, una sociedad mala

Como siempre, lo que sigue no hace mucho sentido en ninguna otra parte del mundo, excepto aquí. Media mañana de finales de enero, tráfico normal. Para los maracuchos, iba del Puerto hacia la Vereda del Lago por Milagro. Avenida de dos canales y un muy pequeño hombrillo, a veces inexistente. El tráfico es fluido, hay pocos semáforos. Uno de ellos queda en la entrada de la Vereda, en la estación de servicio «La Calzada». Allí hay un tercer canal que permite cruzar a la izquierda en el semáforo, para tomar la calle Pichincha. Avenida normal, semáforo normal. Lo realmente anormal es que había un policía de tráfico. Primera insensatez: Si el semáforo funciona, ¿por qué hay un policía de tráfico? Estoy a unos cuatro carros del principio de la fila, en el canal de la izquierda, para seguir derecho; sólo tengo el canal de cruzar a la izquierda, vacío en ese momento. Un par de carros detrás, un taxista. Seguro que al encender la luz verde, todos podíamos seguir nuestro camino sin problema, no nos iba a agarrar la siguiente luz roja.

El taxista, sin embargo, al ver vacío el canal exclusivo de cruzar a la izquierda, decidió ahorrarse un poco de la cola y adelantar vehículos por el canal de sólo cruzar a la izquierda. Segunda insensatez: ¿Qué se gana con esto? ¿Hay un mínimo de sentido común, ya no de ciudadanía y respeto, en la mente de quien lo hace? Posiblemente adelantaría dos o tres vehículos y tendría que atraversarse entre la fila de carros que avanzaba, para poder incorporarse al canal. Ojo, esto es muy común, casi cotidiano, en las avenidas de Maracaibo y, por lo que vi la semana pasada, ya en Caracas también, que solían ser un poco más educados.

Es tan común lo que menciono que los policías ni siquiera se inmutan ante el hecho. Es más, a veces se apartan para no ser atropellados. Éste, sin embargo, se plantó frente al taxista, y le hizo un gesto con las manos (el típico «¿qué te pasa?») y lo mandó a detener. Acto seguido, le señaló a la izquierda y lo obligó a cruzar (cosa que no quería hacer). No pueden creer cómo ese pequeño gesto alegró mi día. No pude detenerme a felicitarlo, pero era lo que me provocaba. No sé si lo hizo conscientemente, pero esa fue la mejor multa que podía ponerle. Detenerlo hubiese entorpecido el tráfico y la multa nunca habría sido pagada; es más, lo más probable es que negociara un sobornito. Al hacerlo cruzar, lo obligaba a tomar toda la subida de Valle Frío y bajar por los tribunales, unos diez minutos más de tiempo que haber seguido por la avenida, y quizás suficiente para la reflexión.

Después me quedé pensando y asombrándome: ¿Cómo es posible que este simple gesto de ciudadanía sea tan asombroso? Ya se ha perdido toda noción de convivencia y respeto. Como diría mi padre, casi todos los conductores hacen como los cochinos: ven un hueco y ahí meten la trompa. ¿Qué pasó por la mente de ese policía, seguramente muy mal pagado y con mínimo incentivo de cualquier otro tipo para hacer su trabajo, para cumplir su deber arriesgándose a insultos o algo peor?

Como ya lo he escrito, es necesario una revisión moral profunda de nuestra concepción como país. Este es un ejemplo de una buena persona tratando de hacer cumplir la ley, de lo posible; pero que un taxista se anime a hacer una flagrante e inútil infracción enfrente de un policía, y que esto sea común en todo el país, sólo denota una profunda pérdida de valores y compromiso. Uno cierra los ojos y sólo oye frases cursis, anticuadas, guerreras, casi que con las Walkirias de fondo, mostrando la necesidad de liderar un ejército inexistente a una batalla para defender unas ruinas de piedra humeantes sin valor. Uno oye una descripción de enemigos, en términos que avergonzarían a los borrachos de un bar, culpables de unos crímenes horrendos. Uno oye una división de personas tipo novela cursi: unos buenos, buenos, buenos, casi santos, luchando contra unos malos, malos, casi satánicos; uno ve cosas tan contrarias a lo que oye, que se queda mudo. Nada en el medio, nada de grises. Uno oye y ve tantas cosas… y mientras tanto se sigue deteriorando todo, especialmente la fibra que nos une como sociedad.

 

 

¿Venezuela del siglo XXI o XIX?

Usted elija después de esta historia.

Manejando de Punto Fijo a Los Taques, a eso de las 7 de la noche, con mis dos hijos. El último cruce de carreteras es la entrada a Amuay, el pueblito desconocido que da nombre a la refinería harto conocida. Cruce trancado por unos manifestantes que queman cauchos. A menos de 300 metros hay un puesto de control fijo (caseta de vigilancia, Guardia Nacional, policías, etc.).

Nos detenemos unos cinco o seis vehículos detrás de la barrera humeante. Aunque hay paso por el monte (por las «trillas»), no quiero dañar más de lo que está el carro; además, la gente me dice que hay que ir con un «baquiano» que se sepa el camino. Así que paramos, apagamos el carro y nos armamos de paciencia. La cola no es muy larga porque a esa hora es muy bajo el tráfico. Al cabo de 10 minutos, un grupo de muchachos en una camioneta decide amenizar la protesta con 4500 watts de puro vallenato, ron y whisky. Toma la decisión por el resto de los que están allí, incluyendo a los que protestan, pero sin consultarle, por supuesto. A la media hora apaga la música cuando se da cuenta que la cosa va para largo, quizás también porque se quedaron sin caña.

Un osado, también en un camionetón, pasa por la barrera de cauchos. Es bañado a pedradas.

Una hora después, veo a dos policías en una patrulla conversando amenamente. Decido acercarme y les pregunto qué para cuando creen ellos que se abra el paso.

– No sabemos, ya llamaron a Corpoelec. Lo que pasa es que esa gente tiene siete días sin luz, les llega y se les va y están bravos. Esto es un desastre.

– Sí, es verdad. Pero con todo respeto – es de elemental sabiduría no hacer arrechar a quien tiene una pistola, un rolo y acceso a una celda, por lo que les llegué por lo bajito- nosotros también tenemos derecho de pasar.

– Lo que pasa es que aquí no hay orden, ya se perdió el respeto. Sí, leyó bien, fueron palabras del policía.

Sin mostrar mi asombro, les digo: «Pero es que ustedes son el orden. ¿Qué nos queda para el resto?».

– Mire señor – me dice el policía, muy cortesmente – lo que pasa aquí es que ya las cosas no son como antes. Antes, el comandante me llamaba por radio y me autorizaba a dispersar la manifestación. Y con cinco rolazos, dos o tres detenidos y cinco agentes, usted ya estuviera en su casa. Pero ahora esto es pura política. Hay que hacer lo que la gente dice. Ese es el consejo comunal de … y son puros malandros, y si uno medio se mete con ellos, salgo jodido. Me buscan por ahí y me joden, a mí o a mi familia. Ahora es así, como es el pueblo, hay que dejarlo.

Le di las buenas noches y me devolví al carro. Llegaron los técnicos de la electricidad, ajustaron unas cosas en un poste, y todos se fueron, menos los cauchos ardiendo en la vía. Unos osados los trataron de apagar y abrieron paso.

Conclusiones que saco:

  1. Los que vivimos en la ciudad estamos en el paraíso. Eso de que se vaya la luz dos horas no es nada comparado con una semana sin luz. Pero estamos africanizándonos a paso de vencedores. Después de esa escena, en el pueblo pasamos ocho días sin agua, incluyendo el 31 de diciembre y el 01 de enero.
  2. Si usted quiere ser atendido por los funcionarios públicos, viole la ley: tranque una calle, queme algo… sólo así le atenderán.
  3. Haga lo que usted quiera, no se preocupe por los demás. Beber en la calle y aturdir a los vecinos es permitido.
  4. No se preocupe, usted es pueblo, no le harán nada por eso. Si hay un osado que lo haga en nombre de la ley, pues relea lo de arriba.
  5. ¿Para qué carrizo tenemos policías? Y extrapolando: justicia, jueces, fiscales, abogados, leyes…
  6. De aquí a la montonera que caracterizaba a la Venezuela del s. XIX sólo hay un paso. ¿Vendrá otro Juan Vicente Gómez?

PS. Cinco días después, en la Falcón Zulia, estuvimos hora y media parados por una situación similar. En un pueblito no había llegado el agua y trancaron una carretera nacional. Aquí la cola si fue kilométrica.

 

¿Qué dirías a todos tus conciudadanos si te dieran la oportunidad?

¿No han fantaseado con esto? Yo sí, varias veces. Un par este último año, con todo lo que está pasando. Aquí va lo que yo diría (hoy, en diciembre de 2015, dos días antes de las elecciones parlamentarias) a mis conciudadanos venezolanos:

Estimados conciudadanos:

Tengo la oportunidad de hablarles, de un ciudadano común al resto de ciudadanos comunes. No poseo autoridad, ni doy órdenes, pero sí tengo una gran preocupación que quiero compartir con ustedes. Lamento informarles que nada de lo que voy a decir les va a gustar, pero como no estoy compitiendo en ninguna elección, puedo decirlo sin temor a perder votos.

Primero: Debemos empezar a tomar conciencia de que somos un país pobre, muy pobre. Las riquezas naturales que están en el subsuelo están justamente allí: en el subsuelo. Hoy día nuestros ingresos (los personales y los de la nación a través de las empresas públicas) son sumamente escasos. La renta petrolera actual da a 4$ por venezolano por día, y eso sin descontar lo que hay que pagar por deudas contraídas y pagos pendientes a proveedores, lo que nos deja en 2$ por día, que es la definición de las Naciones Unidas para la pobreza. Somos pobres, muy pobres, pero podemos dejar de serlo. Como todo pobre, no tenemos acceso a hospitales decentes, no hay seguridad pública, ni tenemos docentes ni escuelas; y lo que ingresamos por petróleo no da para mantenerlas. Lo que ganan maestros, policías y médicos los desestimula de su profesión o los corrompe; ellos son parte de la secular pobreza que nos inunda. Pero la pobreza no es solo material, es espiritual, es de ciudadanía, de orgullo propio; es, para ponerlo en una palabra, una pobreza moral. Nos atacamos unos a otros; irrespetamos todas las leyes que podemos, y esas leyes violadas se tratan de arreglar con nuevas leyes que nadie acata. Un rasgo de la pobreza moral es la anarquía. Tenemos que reconocer que estamos en una anarquía, en el viejo Oeste, donde rige la ley del más fuerte, sea porque tenga armamento, poder o autoridad. Somos pobres porque nos hemos acostumbrado a la pobreza, a la escasez, a la mendicidad. Somos pobres porque no somos capaces de comprender y valorar la riqueza del trabajo y del esfuerzo honesto. Somos pobres porque hemos elegido desde hace muchos años a líderes que son pobres de espíritu, que se han anclado en el pasado sin ver al futuro, que sólo han pensado en la siguiente elección y no en la siguiente generación. Somos pobres porque nuestra esperanza sigue siendo un caudillo que guía a la montonera. Esa pobreza, paradójicamente, ha permitido la escandalosa e impúdica riqueza de unos pocos, que no dudan en invertirla en generar más riqueza y poder a costa de mayor pobreza y oprobio. Pero podemos dejar de serlo. Lo dejaremos de ser cuando rompamos estas cadenas mentales y cuando comprendamos que vivimos en sociedad, y que el respeto mutuo y el esfuerzo es el único camino para que la mayoría progrese. Y lo dejaremos de ser cuando todos empecemos a poner el granito de arena: no pasarnos la luz roja, respetar la cola, dar preferencia a quienes lo necesitan de verdad, no ensuciando, denunciando al “vivito”. Lo haremos cuando el trabajo honrado sea fuente de sustento y crecimiento; lo lograremos cuando entendamos que, como sociedad, nuestra libertad llega exactamente hasta donde comienza la del vecino.

Segundo: El único modo de superar la pobreza es con trabajo y más trabajo. El único lugar donde el éxito viene antes que el trabajo es en el diccionario. No hay historia de éxitos de países que se haya basado en regalos, dádivas o flojera. Hay que aumentar la productividad de cada venezolano, de modo que cada hora que trabajemos o estudiemos agregue más valor; y si eso no alcanza, pues hay que trabajar aún más. No existe otra manera. El trabajo debe ser el norte de nuestro país. Los homenajes no deberían ser a los héroes de la Independencia, deben ser a quienes trabajan a brazo partido para hacer un mejor país, en lo que sepan hacer. Tenemos muchas estatuas de los próceres de la independencia, pero muy pocas de Jacinto Convit, José María Vargas, Uslar Pietri, Rómulo Gallegos, Simón Díaz, sólo por citar a los que me vienen en este instante a la mente y cuyo trabajo tenaz, honrado y sobresaliente debe ser fuente para inspiración de jóvenes y adultos. Debemos honrar a quien estudie y quiera aprender algo nuevo, no a quien grite más o al pasado. Las personas que más aporten riqueza con su trabajo deben tener su contraprestación en el bienestar personal y de su familia, de modo que se sientan estimulado a trabajar con ahínco; hoy día una de las peores desgracias que le puede pasar a un venezolano desde el punto de vista económico es ser un profesional con un trabajo asalariado : un ingeniero, un médico, un técnico, un administrador. Las leyes deben estar destinadas a impedir y castigar el enriquecimiento fácil a través de vericuetos de las leyes y fomentar la creación de empresas que ofrezcan trabajo digno, estable y bien remunerado. Debemos sentar las bases para que haya una inmensa clase media, formada por profesionales, técnicos, artistas, que aporten sus conocimientos, habilidades y trabajo en agregar valor a lo que reciben como insumo, sea material o de servicios. Y repito, esa agregación de valor debe permitirles vivir bien, sin regalos, ni subsidios, ni donativos. Ese trabajo debe apoyar la creación un estado del bienestar a través de impuestos que permita que los ciudadanos puedan pensar más allá de la simple supervivencia y que permita ayudar a los excluídos y desamparados que realmente lo sean.

Tercero: Como corolario de lo anterior, no hay salida fácil. Quien la venda, está mintiendo. Somos pobres y estamos en un país cuya infraestructura está en ruinas, donde hay una gran cantidad de desempleo, superior al de muchos países en el mundo. Y en eso tenemos que ser honestos. Esconder o disfrazar realidades no hacen que ellas no dejen de estar presentes; de hecho, sólo indica que no hay mucha intención de asumirla. Cuando se incluyen empleos muy precarios como la buhonería o trabajos muy parciales (de un par de horas a la semana) como empleo en las estadísticas, nos estamos autoengañando. Tenemos la inflación más alta del mundo, y eso no es mentira, sólo que no sabemos cuanta es la diferencia con el que va segundo. Y tenemos muy poca industria y muy pocos negocios. Tenemos elevados niveles de escasez, y la situación solamente parece empeorar. Le debemos plata a medio mundo, y sólo estamos pagando lo crítico. Quien ofrezca una salida fácil, que no sea de ajustes reales y sacrificios, miente descaradamente o desea perpetuar la inmensa pobreza material y moral que se mencionó arriba; o simplemente es una persona incapaz. Hay que cambiar para que la economía recupere una senda que añada verdadera riqueza a través de poder producir localmente aquellos bienes y servicios en los que seamos competitivos internacionalmente, y que la venta de dichos bienes y servicios nos permita adquirir, en las condiciones más ventajosas posibles, lo que no podemos producir competitivamente. Mantener inmensos volúmenes de importaciones de prácticamente cualquier cosa que no sea petróleo es una locura y tal y como lo estamos sintiendo en nuestras espaldas, es insostenible. Casi todos los países del mundo, excepto aquellos que están en desgracias naturales o de conflictos armados, han logrado desarrollar una economía que explote sus beneficios para compensar sus debilidades en un marco de libertades económicas mínimas. Nuevamente, sólo el trabajo honrado, la inversión de capital con amplias garantías y el compromiso del Estado en ofrecer seguridad jurídica, educación, salud e infraestructura, podrán lograr esto. Lo demás es un vil engaño.

Cuarto: Los venezolanos somos habitantes de Venezuela, pero nos falta mucho para ser ciudadanos de Venezuela. Como habitantes, tenemos que hacernos un autoexamen en el cual vamos a salir muy mal. Distamos mucho de ser ciudadanos; actualmente, producto de muchos factores, pero principalmente la educación hogareña y escolar, somos un grupo de personas sobreviviendo en un entorno sin ley y sin respeto. Cualquier persona puede agredirte con total impunidad. Y la agresión no es sólo un atraco, un homicidio o cualquier otro crimen. Es también el abuso, la burla y el irrespeto hacia el prójimo. Como ya les dije, nuestra libertad de acción llega hasta donde comienza la de otro. Así, no puedo botar basura a la calle, porque ello afecta a los demás. Violo su derecho a vivir en un ambiente limpio. Y de decenas, centenas de estos detalles se construye un estado fallido, donde sus habitantes saben que no hay leyes que se cumplan, que casi cualquier cosa se puede lograr con un soborno a un funcionario; soborno que además se logra muy fácilmente porque el salario de ese funcionario no alcanza para satisfacer siquiera el primer escalón de la pirámide de Maslow. No somos ciudadanos porque no entendemos que lo público es nuestro: las calles, las plazas, los hospitales y las escuelas son de todos. Y debemos tenerlas lo más acomodadas posible, incluso mejor que nuestra propia casa porque lo público, a pesar de que es nuestro, es también del otro, y hay que respetar el patrimonio ajeno. Lo que nos eleva de la condición animal y nos hace humanos es precisamente eso: que podemos convivir juntos con un mínimo de respeto y un mucho de solidaridad. Ni lo uno ni lo otro lo tenemos. Lo siento, pero no puedo apelar a la grandeza del pueblo… aún. No somos un pueblo grande. No; somos un pueblo hambriento, enfermo, pobre y sin instrucción. No quiero decir con esto que lo seamos porque nos gusta, o por displicencia, pero es que lo somos, por la razón que sea. Y el primer paso para curarse es darse cuenta que uno está enfermo. Como ya lo dije antes, poco importa ver al pasado para echarle a alguien la culpa de dicha enfermedad. La pregunta que debemos hacernos muy urgentemente es: “¿cómo vamos a resolver esto?” “¿cómo dejaremos de ser un pueblo pobre y sin educación?”. Yo no soy experto, pero aquí aventuro algo: el Estado, ese ente inmaterial que todos soportamos con nuestros impuestos, debe dedicarse a solucionarlo, dejando cualquier otra cosa de lado. Ése, y ningún otro ente, ni interno ni externo, es nuestro enemigo. Y el ejército no es de cañones, tanques y soldados. El Estado debe “armarse” de maestros, policías y médicos. Salud, educación y seguridad; y después apoyo a la infraestructura. Fuera de eso, el trabajo del Estado debe ser dar las facilidades para que la creatividad humana y la sana competencia florezcan. Revisen los países con los mejores índices de calidad de vida, desarrollo económico y bienestar y díganme si han hecho algo distinto. Más aún, revisen a quienes están en la cola y díganme si están haciendo esto. Seguridad, educación y salud nos permitirán iniciar el largo camino para ganarnos el título de ciudadanos.

Quinto: Recordemos que el progreso de un país se mide por cómo trata a sus niños y a sus ancianos. Sin retórica, vayamos a revisar cómo están las escuelas, los ancianatos, los hospitales y las canchas deportivas. Revisemos si de verdad un anciano puede vivir en este país con las ayudas del Estado o si le es posible reunir fondos en su tiempo productivo para retirarse de modo decente. Revisemos si todos los niños están teniendo las mismas oportunidades de aprender y fortalecerse para poder destacarse en el siglo de la información. ¿Cómo hacemos una sociedad de ciudadanos si no nos esforzamos en nuestros niños para construir el futuro ni honramos a quienes están terminando su paso por esta vida? He ahí el primer y mejor ejemplo que el Estado puede dar para predicar el respeto y la necesidad de construir ciudadanos. Si debe haber personas privilegiadas, éstas deben ser los educadores y los cuidadores de salud, al igual que quienes nos protegen. Ser educador o profesional de la salud deber ser una de las carreras más exigentes, de mayor dificultad, pero de mayor recompensa social. Debe ser algo para vanagloriarse, como es en muchos lados del mundo. También, citando a Mandela, la civilización de un país se mide por cómo trata a sus presos. No hay modo de redención para quien falla en este país. Cae en el subsuelo, en el infierno de Dostoievsky, para no salir de él jamás a menos que muera.  Mi opinión es que el Estado no está para ser empresario, sino para que se fomenten las empresas. El foco del Estado debe estar en educación, salud y seguridad; y ser el fomento de las iniciativas ciudadanas, todo a través de los impuestos que pagamos, que deben ser totalmente  auditables, hasta el último detalle, sin la existencia de partidas secretas, todo disponible en Internet. ¿No es ello un mecanismo de hacer transparente la gestión pública? La gestión del Estado en estos aspectos debe ser objetivamente medible: esperanza de vida, cantidad de enfermos, desempeño en exámenes estándares que puedan ser comprobables, alfabetización tecnológica, crimen, en fin, en toda su gestión hasta el más mínimo detalle. Todo debe ser medible y auditable por las personas. Al permitirle a las personas auditar a sus gobernantes, estamos dando un paso para convertirnos en ciudadanos.

Sexto: Tenemos que definir cuáles son nuestras prioridades como país. ¿Cuál es el camino que nos sacará de la pobreza de modo sustentable? Esa es la pregunta que todos los políticos, funcionarios y ciudadanos debemos hacernos. Las soluciones hasta ahorita han sido a realazos. Repartir la poca riqueza que tenemos. Cada vez que ha habido un aumento de los ingresos, ese dinero se regala (o se roba). Así no podemos vivir. Mi opinión es que el conocimiento nos hará libres y prósperos. La educación y la instrucción debe ser el norte de un país. La prioridad fundamental del Estado debe ser el conocimiento de los ciudadanos. Debe tipificarse como delito el que un niño no esté en la escuela. Atentar contra una institución educativa debe tener una pena mayor que contra otra instalación. Además, el Estado debe enfocarse en reducir los costos en salud, teniendo sistemas de atención sanitaria primaria, disponibilidad de medicinas, equipos de tratamientos y médicos. El costo de curar una población enferma es muy superior al de mantenerla sana. Al igual que con las escuelas, el mantenimiento y cuido de las instalaciones sanitarias públicas debe ser el norte. La recreación, el deporte y el ejercicio deben considerarse parte del sistema de salud pública. Todos nuestros niños deben recibir una buena educación que incluya la parte física. La seguridad ciudadana debe ser otra prioridad. Policías, jueces, fiscales deben ser personas de alta probidad moral, independientes de cualquier poder o influencia, que garanticen un acceso libre a la justicia. El castigo por violar la ley debe ser proporcional al delito y suficiente como para hacer desistir al potencial delincuente. El delincuente debe ser reeducado sin tortura, pero con firmeza. Debe aprender que el delito no es una opción; que la única alternativa para el éxito es la educación y el trabajo. Este aprendizaje debe ser un convencimiento que se transforme en convicción; no puede ser una coacción. El personal de salud, educación y justicia debe ser tratado con privilegios. No cualquiera puede ser parte de estos gremios; ellos son la clave y la base del proyecto, y deben ser permanente y públicamente auditados y examinados. Por último, el Estado debe fomentar el crecimiento y sostenimiento de la infraestructura del país: carreteras, puentes, drenajes, suministros sustentables de servicios, manejo de desechos, instalaciones civiles. La inversión en infraestructura casi siempre supera la capacidad financiera de los gobiernos, por lo que la participación de iniciativas privadas no debe desdeñarse. La amplia mayoría de los impuestos debe estar destinado a estas cuatro áreas. El resto, incluyendo la defensa, el gasto militar y las ayudas a terceros, son absolutamente secundarios frente a estas prioridades y prescindibles en caso de emergencia financiera.

Séptimo: Hay muchísimo aún por hacer. Hay oportunidades para todos. Si han llegado hasta aquí, compartirán conmigo que el trabajo que tenemos por delante es inmenso. Son años de esfuerzo redoblado para recuperar a un país y para generar un futuro próspero y sustentable para una población que crece. Toda ayuda, mientras entre dentro del cauce legal, debe ser bienvenida. No hay que tenerle miedo ni asco a la inversión extranjera y privada, ni prurito porque ésta deba incluir un retorno sobre la inversión. Debe verse como un ganar-ganar. Quien invierte el dinero construyendo una represa, espera poder ganar algo. Aunque lo paguemos los ciudadanos (ojo, no el Estado ni el Gobierno; somos nosotros, con nuestros impuestos, quienes lo hacemos posible), al final del día tendremos algo que de otro modo no hubiese existido. Eso es lo que tenemos que entender; si revisamos los caminos de prosperidad de cualquier país del mundo que haya tenido éxito veremos que la inversión foránea y nacional de capital privado es lo que ha permitido al país superar su pobreza; además, toda esa inversión es generadora de empleo productivo, honesto. En mi humilde opinión, esta es la única manera de ser patriotas y ejercer soberanía. Lo demás es simple y vulgar populismo.

Octavo: La responsabilidad es nuestra, no del Estado ni del Gobierno. El Estado es el concepto de país que queremos tener, que suele estar plasmado en leyes y reglamentos que todos debemos obedecer. El Gobierno es el grupo de personas en quienes delegamos la responsabilidad del manejo de nuestros recursos que estamos poniendo a disposición del país para garantizar la sostenibilidad del mismo. Ellos son los administradores y como tales tienen la obligación de rendir cuentas. El fracaso o el éxito de un país no es culpa de imperios lejanos, ni de mártires, ni es atacado o favorecido por otros entes: es reponsabilidad exclusiva de sus ciudadanos y de las leyes que ellos se dan. Es por ello que el Estado debe tener mecanismos de auditoría extensos, intensos, públicos, permanentes y con consecuencias en función de los resultados y logros para quienes tienen la responsabilidad de administarlo. Hasta ahora nos hemos acostumbrado a que el Estado y el Gobierno son la misma cosa. El Gobierno está supeditado al poder civil y ciudadano; debe haber una permanente rendición de cuentas, que sea accesible a todos, todo el tiempo. Somos los únicos responsables de nuestro éxito, somos los únicos culpables de nuestros fracasos. Basta ya de buscar un culpable o una excusa. No hay excusas para justificar el fracaso de un país. Si un funcionario no es capaz de ofrecer mejoras, debe ser relevado de su cargo por los mismos que lo colocaron allí.

Noveno: Por último, compañeros de país, es hora de mirar al futuro y no al pasado. La fundación del país y su historia es necesaria para entender cómo llegamos aquí. Nos puede dar pistas y evidencias de las cosas y acciones que en algún momento mejoraron o empeoraron al país y sólo sirve para aprender de dichos errores, para no repetirlos en el futuro. La historia patria ha tenido líderes excepcionales que en su momento lograron resolver un problema puntual: liberarnos del dominio de un país extranjero, consolidarlo como nación de valores compartidos, construir infraestructura, generar leyes. También ha estado llena de pillos famosos que han arruinado el trabajo de otros. Pero ninguno de ellos es el mesías que sirve de faro esclarecedor de la bruma de la ignorancia y de la pobreza. Esa, como dije, es nuestra responsabilidad. Los personajes del pasado están muertos; las circunstancias y la realidad de hoy no son las mismas de hace cien años, ni siquiera de hace cinco. Ningún país que prospera lo ha hecho haciendo estatuas de próceres que son mitificados como seres infalibles que poseen la verdad absoluta. De hecho, los países que caen en estos errores están condenados a la miseria, al fundamentalismo y a la opresión de muchos por parte de unos pocos que se consideran a sí mismos portadores de un legado inalterable, cuya interpretación y aplicación son potestad exclusiva de estas pocas personas. En algunos casos extremos, estos pocos pueden agredir, encarcelar, torturar y hasta asesinar a otras personas sólo porque muestran su desacuerdo. Debemos como país mirar al futuro y a los lados, para entender los problemas y aprender de quienes han tenido éxitos y también de quienes han fracasado. De los primeros para emularlos, de los segundos para no cometer los mismos errores.

Conciudadanos, estas son mis creencias y mis valores. Es mi convicción de que son un camino para superar nuestros males, pero siendo coherente, no es la única visión. La visión de país y de modelo debe ser discutida y compartida por la mayoría con entusiasmo; debe poder ser revisada con frecuencia y sin prejuicios.

Fronteras y soberanías

Tomado de expansion77.blogspot.com
Tomado de expansion77.blogspot.com

Delimitar lo propio de lo ajeno es probablemente tan antiguo como el ser humano; el concepto de lo propio es absolutamente inherente a la psique del hombre; los intentos de eliminar la propiedad han sido poco exitosos. Debió surgir cuando el hombre se hizo sedentario y necesitó proteger las áreas donde cultivaba o cazaba de otros humanos y quizás de animales. A partir de allí, uno puede imaginarse la evolución que llevó a los conceptos de fronteras y países: las áreas de pastoreo y cultivo se volvieron mayores, surgieron los ejércitos para inicialmente defenderse y posteriormente para amenazar y atacar a los rivales, de ahí los imperios, edad feudal, etc. hasta el día de hoy. Asociado debió venir el concepto de soberanía: tú eres el que disfruta lo tuyo, el otro no. Y aunque no soy sociólogo, mucho me temo que este trajo a pelo la xenofobia, el racismo y otros males. Ambos condujeron a las guerras, bien para expandir las fronteras o para defenderlas. Habrá habido alguna que otra para limpiar la “soberanía mancillada”. Y para hacer las guerras se necesitan armas, personas y sobre todo muchos recursos, que de haberse empleado en cosas más útiles, pues quizás ya hubiésemos colonizado Marte.

Sin embargo, el paso de los años ha ido dando campo a la globalización y a la dilución de las fronteras. En la Unión Europea las fronteras están quedando casi solamente para permitir definir los equipos que juegan la Eurocopa. Prácticamente ningún país es autosuficiente como para darse el lujo de cerrar a cal y canto sus fronteras. Los dos ejemplos de gobiernos “autosuficientes” que cerraron sus fronteras muestran países en decadencia: Cuba y Corea del Norte; el primero ya se dio cuenta de su error, tras 60 años y está enmendando la plana. Muy por el contrario, aplicando criterios de selectividad, muchos países han abierto sus puertas para atraer lo mejor que el resto del mundo tenga para ofrecer y han dado saltos de calidad en sus estándares de vida. Internet, las redes sociales, el correo electrónico, la velocidad del transporte hace que lo que pasa en el otro extremo del globo se sepa casi inmediatamente en casa. Nuevas tendencias locales se vuelven globales. El escándalo de los carros trucados de Wolkswagen le dio la vuelta al mundo en segundos. ¿De qué nos están protegiendo las fronteras? ¿De la inmigración ilegal? Quizás la frene un poco, pero no la impide ni la impedirá, pese a los esfuerzos e ideas alocadas de Trump y acólitos.

Hace 200 o 300 años atrás, más del 80% de la población no se alejaba más de 50 km a la redonda de su pueblo en toda su vida. La información externa venía en cartas, cuentos de esporádicos visitantes o en historias del afortunado que lograba viajar. Las limitaciones geográficas y tecnológicas definían fronteras y permitían darle validez al concepto de soberanía. Pero, ¿aplica hoy?

¿Qué hace a un país soberano? Voy a aventurar mi respuesta. Con fronteras que se van borrando, la soberanía territorial, la pertenencia a unos escudos y colores va desapareciendo. ¿Hasta dónde llega la bandera? La definición de un nacional es cada vez más difícil. Piense un segundo: ¿se parece más un gocho de San Cristóbal a un margariteño o a un cucuteño? A ese gocho, ¿no le preocupa más lo que pase en Cúcuta o el Norte de Santander que lo que pase en Monagas? Sí, hay canciones, flores, comidas, paisajes que nos definen como venezolanos (por citar un país): la orquídea, el Salto Ángel, una arepa rellena. Pero, ¿es esto todo lo que se requiere para hacer un país? ¿Cuántos de nosotros hemos tenido una orquídea en la mano o hemos visto el Salto Ángel en persona? ¿Realmente necesitamos un ejército para defender esto? ¿Qué puede hacer este ejército si los países extranjeros deciden no enviar los artículos que el país no produce? No piense en un complot mundial de odio hacia un país; pongamos por ejemplo lo que pasaría si por circunstancias meteorológicas las cosechas de un producto determinado bajan sustancialmente y los proveedores alegan fuerza mayor para suspender los despachos? Un país es realmente soberano cuando asegura, mediante mecanismos de cooperación sustentables, las ventajas comparativas necesarias para asegurar su presente y futuro. En palabras más sencillas, cuando se educa, se mantiene saludable, cuando produce lo necesario con suficiente calidad para intercambiarlo con el resto del mundo por aquellas cosas que no puede producir de modo competitivo. Un país soberano se da el lujo de elegir a sus nacionales, porque el mundo quiere venir con ellos. Esa es la verdadera soberanía. Es hora ya que pasemos de los cañones a la inteligencia, de la destrucción mutua asegurada y a la cooperación mutua asegurada. ¿Qué deberíamos entender por soberanía? ¿Es más soberano un país armado hasta los dientes pero que cuyo pueblo pasa hambre o al revés? ¿No es más poderoso un país cuya población esté saludable, instruida, con estabilidad económica, independientemente del poderío militar o cerrazón fronteriza?

Todas las preguntas del párrafo anterior, y probablemente varias de las que se está usted haciendo en este momento, me hacen dudar seriamente de estos conceptos en los tiempos que nos toca vivir. ¿Puede un país aislarse completamente del mundo? Lo dudo. ¿Está la soberanía de verdad totalmente bajo control del estado?

Mi presunción es que el sostenimiento de estos conceptos, que llevan asociados gastos militares que son sumamente elevados, no es más que una estrategia que permite a los gobernantes de países amalgamar a su población y aprovechar para capear el temporal de las crisis económicas o sociales que sufran, o simplemente para encubrir incompetencia o corrupción. De hecho, si revisamos los últimos grandes conflictos armados, vemos que muchos de ellos son intra-nacionales: Siria, la primavera árabe, las guerras balcánicas (que aunque fueron de países diferentes, surgieron de la división de Yugoslavia), los conflictos en África, la guerrilla en Colombia. Las causas que generan muchas de estas guerras internas son religiosas (que definen otras fronteras, no físicas sino espirituales, pero no por ello menos peligrosas), de políticas internas, usualmente disputas en el control del poder.

Un gran avance de la humanidad vendrá dado cuando las definiciones de países, fronteras, soberanías y defensa se transformen o simplemente desaparezcan; ello requerirá que el gasto militar deje de ser un negocio lucrativo. No lo veremos en vida, pero vendrá eventualmente, forzado por necesidades más imperiosas: alimentos, ambiente.

De nacimientos y graduaciones: ciclos de la vida

Irene minutos después de la defensa de la tesis
Irene minutos después de la defensa de la tesis

Hace casi 21 años, cuando nació Irene, después de una larga espera que se complicó más de lo esperado, tuve la dicha de ser la segunda persona que la cargara, después del médico. Recuerdo que lo primero que hice fue contar que todas las cosas (dedos, ojos, orejas, etc) estuvieran en su sitio y en las cantidades correctas, y después, ya cuando las enfermeras se hicieron cargo de la mocosa que no paraba de llorar, me senté a pensar cómo sería el día que se graduara de lo que fuera que estudiara. De las noches en vela, las enfermedades, las alegrías, peleas, conversaciones… esa niña definía el fin de un ciclo de mi vida, desde el nacimiento en donde uno era responsable sólo por uno y el comienzo de otro, donde ahora pasaba a ser responsable por otra vida. Creo que el nacimiento de los hijos son momentos muy felices, pero también son serios, muy serios. Una sensación similar fue el nacimiento de Miguel, reafirmando que el resto de mi vida sería padre sobre casi cualquier otra cosa.

El día jueves 10, tras mucho discutir por poder entrar a la defensa de su tesis sobre la recuperación del Cementerio Corazón de Jesús (le aterraba que no aprobase su modo de presentar), sentado en una esquina mientras planos y más planos eran analizados y contrastados contra la maqueta del edificio Sacellum (su propuesta), descubría con mucha satisfacción que entendía poco y nada de las explicaciones que daba sobre la luz, los colores, texturas, formas, simbolismos y estructuras de su edificio. Durante esa hora, ensimismado y alelado por el murmullo y los sonidos de los planos moviéndose, volví a aquella sala de hospital para descubrir que el ciclo se comienza a cerrar de nuevo, como siempre en la vida. Dentro de pocos años Miguel lo cerrará completamente en su correspondiente defensa de tesis.

Y no es que uno se desentienda de los hijos, los eche a la calle a que vivan por su cuenta, porque «ya cumplí con darte educación». Hoy día, sin estudios de cuarto nivel (posgrados) la competencia se hace dura, pero ya se trata de una decisión personal y bajo control de los propios hijos, que uno sólo observa, sin mayor influencia. Y más aún en la Venezuela depauperada de hoy día, donde ser profesional es un apostolado franciscano, la condena a la pobreza permanente, ya que ser un asalariado es una idiotez supina en un país donde la inflación y la escasez son tan altas que da vergüenza publicarlas. Hoy en día pensar y ser creativo es peor pagado que hacer una cola infinita en un supermercado, comprar en diez y vender unos metros más adelante en cien; todo financiado por el gobierno con los impuestos de los pocos que quedan trabajando y con los rastrojos de una depauperada producción petrolera que se vende a casi una tercera parte de lo que se vendía.

En fin, volviendo a los que nos compete hoy, sentí que la vida son ciclos, serpientes que se muerden la cola y transmutan en nuevos seres y formas. Ya Carmen y yo nos acercamos al ciclo que debe ser contemplativo, reflexivo, productivo sin duda, pero con la sensación de que la obligación que uno asumió al momento de ver nacer al hijo primogénito ya se ha terminado. El ciclo donde, a falta de haber cumplido todos los sueños de juventud (¿quien los habrá hecho todos?), uno proyecta su felicidad en la felicidad de los hijos, en ver cómo cumplen ellos sus sueños que uno toma como propios.

Aunque no soy creyente en supersticiones, no dejó de sorprenderme que, a días de terminar la tesis (recuerden, sobre cementerios, la vida y la muerte), buscando unas llaves perdidas, encontramos caído dentro de un mueble un papel de mi padre, que dice literalmente: «¿Qué es vivir? – nacer, crecer, llorar y reír, gemir y parir, para luego tener que morir – dijo de esta manera una señora un día cuando tuvo que responder a esta pregunta», que quizás anotó al leerlo en otro lado, aunque papá se ponía muy creativo a veces. Las muchachas lo colocaron inmediatamente en su proyecto. La idea de los ciclos que me estaba dando vueltas en la cabeza, ahora refrendada por el viejo.

Unos días después, escribiendo estas líneas, descubro que fui inmensamente feliz viendo a mi hija saltar de una alegría que no le cabía en el alma y que hacía catarsis de docenas de trasnochos y verla abrazarme diciendo: «Dale, llora de la emoción». Ver a mi esposa soltar un gran peso por todo el esfuerzo que hizo para cuidar hasta el último detalle del proyecto, de modo que Irene sólo se concentrase en su éxito; observar como Miguel tomaba mucho de esa gigantesca alegría de su hermana mayor, esperando que le sirva de estímulo para seguir estudiando… eso es felicidad. Y mucha. Suficiente para poder seguir soportando el día a día.

El Real Madrid del 2015

¿Cómo veo al Madrid del 2015? Si se consideran las figuras individuales, muy bien. Las incorporaciones (con excepción de la payasada de De Gea) me parecen buenas y adecuadas en términos generales. A pesar de que hubiese preferido la continuidad de Ancelotti, pienso que con Benítez habrá más equilibrio, ausencia que el año pasado se notó en varias ocasiones. Ancelotti había hecho de la BBC (Bale, Benzema, Cristiano) un credo que no permitía a los volantes de recuperación contar con ayuda. Ahora parece que no lo será tanto.

En la portería hay garantías: Keylor es un porterazo y a mi juicio capaz de calzar las botas de Casillas, un icono del Madrid; Casilla también es muy bueno. Si Benítez los rota adecuadamente, habrá muchas alegrías en el Bernabeu (como ya pasó con el Betis). La zaga está fuerte: Ramos y Varane posiblemente sean de las mejores cinco parejas de centrales de Europa ahora mismo. Pienso que Varane es más seguro y elegante que Pepe, y también que tendrá menos amarillas. Nacho es otro recambio que promete para el futuro y que es ambivalente. Marcelo, Danilo, Carvajal son laterales con salida y juego en los pies. Arbeloa es la pata coja de esa mesa; no está al nivel que requiere un equipo de estos kilates. En lo personal, creo que Carvajal está por encima de Danilo, pero eso no es lo que considera Benítez.

Kroos y Modric son dos volantes extraordinarios: marca, salida, pausa, visión. Kroos no está al nivel del año pasado, pero seguro toma el ritmo pronto. Isco y James son, con la libertad de contar con dos buenos recuperadores detrás, dos creativos de primera línea. Tras el primer gol de James con el Madrid, de poca factura, los que ha hecho después son obras de arte casi todos; sus asistencias justifican con holgura el 10 en el uniforme. Los últimos dos contra el Betis fueron joyas. Es quizás un poco temprano, pero creo que James está llamado a remplazar a Messi y Cristiano en el tope de la lista de jugadores de fútbol y debe ganar pronto un Balón de Oro. Como se juega con tres delanteros/extremos, creo que nuevamente Isco será el sacrificado para la titularidad, lo que a mí me parece una barbaridad. Sus remplazos son una incógnita, la mayoría obtenidos este año o con muy poco rodaje en el equipo: Lucas Vázquez, Cherysev, Kovacic, Casemiro. Al que más he visto jugar es a Casemiro y promete, pero aún la falta por madurar.

Benzema es un 9 que colabora, abre espacios, pivotea, tiene pegada: es uno de los mejores delanteros y fue un acierto mantenerlo. De Cristiano es poco lo que se puede añadir, pero ya pasó los 30: su pique y velocidad empieza a declinar (aunque sigue siendo impresionante). Pero como segundo delantero pudiera seguir aportando al equipo muchísimos goles por tres o cuatro años más. La duda es Bale: no encaja en este esquema. Ahora como enganche, antes como extremo. Yo en lo personal lo prefiero fuera y teniendo a Kroos, Modric, Isco y James sirviendo a dos portentos como Benzema y Cristiano. Pero es de esos problemas que cualquier entrenador quiere tener.

El Madrid se ve como un equipo competitivo. Resta ver si la absoluta libertad que parecen tener los cuatro de arriba para crear juego que parece estar imponiendo Benítez funciona. Puede ser, porque no hay nada mejor para disfrutar del talento que la libertad. Pero el Madrid es un equipo con un solo español; pero si creemos en un Europa unida, esto puede pasar y le hace bien al fútbol; además soy de quienes creen que las fronteras y la «soberanía» son meras excusas para tener ejércitos y gastar plata. La soberanía de verdad es que la gente tenga las condiciones para desarrollar su talento, donde considere que lo pueda hacer mejor. Para los que disfrutamos el fútbol, tener equipazos como este jugando bien es un gusto, lo de las nacionalidades es secundario.

La única falla se llama Florentino. Es el peor jugador, porque no juega ni deja jugar. Es un tipo con muchísima plata y poquísimo control; quizás la única persona que puede jugar al playstation de fútbol, pero con jugadores reales. La payasada de la contratación de De Gea, un capricho de Florentino y más nada, hizo mucho daño al Madrid. Afortunadamente Keylor ha mostrado ser un caballero y se ha tomado con hidalguía este trance. Florentino se topó con otro igual (Van Gaal) y entre ambos han lastimado la carrera de De Gea, con una transacción a trancas y barrancas, luchando contra el reloj y que no se dio. Para guinda de la torta, Keylor dio espectáculo y según la prensa española, se convirtió en uno de los pocos porteros que es coreado por la grada del Bernabeu. Se ha ganado el puesto a pulso, derrochando la misma clase que le permitió llevar a Costa Rica tan lejos en el Mundial 2014.

Ojalá alguien amarre a Florentino y deje jugar a este extraordinario grupo, que está llamado a hacer historia. Las lesiones el año pasado y las faltas de rotaciones en puestos claves pasaron factura al final y le impidieron ponerle freno a un Barsa igualmente fenomenal. Ahora, con el Atleti, Valencia y Sevilla con muchas ganas de unirse a la fiesta (tanto en Liga como en Champions), con Athetic con mucha voluntad, estamos por presenciar una Liga BBVA muy emocionante. Suerte al Madrid.

Los dinosaurios organizacionales

Sin lugar a dudas, el siglo XXI podría llamarse el siglo de la información. Más que nunca tenemos a la disposición inmediata grandísimas cantidades de información en la palma de la mano. Y cuando digo palma de la mano, lo digo literalmente: teléfonos inteligentes, tabletas, laptops… Muchos de los grandes emprendimientos de esta década han tenido que ver con el manejo de la información. Diez o quince años atrás poca gente o nadie sabía de Facebook, Whatsapp, Twitter, Skype, Dropbox, LinkedIn y pare usted de contar. “Google knows everything” (Google lo sabe todo) resume la potencialidad de búsqueda en quizás millardos de páginas web de un tema que nos interese, con sólo escribir unas cuantas palabras relacionadas en el idioma que nos plazca en los buscadores de internet.

Así, las organizaciones modernas deberían estar fundamentadas en la explotación de estas herramientas de información, independientemente del ramo al cual se dedique. Un vendedor de frutas muy local, se puede beneficiar de Whatsapp para transmitirle a todos sus contactos una oferta o un producto novedoso, así que no hay que limitarse por la simplicidad del negocio. Una reunión via Skype permite compartir presentaciones (que previamente pudieron almacenarse en carpetas de Dropbox) e ir elaborando una minuta que sólo instantes después de concluida la reunión puede estar en circulación. Y el e-mail, por abrumador que pueda parecer, muchas veces se convierte en evidencia de los pasos de un proyecto o negocio. Sólo hay que saberlo manejar.

Visto lo anterior, es preocupante la presencia de lo que yo llamo los “dinosaurios organizacionales”. Son aquellas personas que limitan o interrumpen el flujo de negocios por su incapacidad de usar las herramientas que la tecnología coloca gratuitamente a nuestra disposición. Estas personas serán lamentablemente arrastradas, tarde o temprano, por su propio analfabetismo tecnológico. Hay varios aspectos que los definen; si conoce a alguien que padezca de dos o más de lo siguiente, está en presencia de uno. Si es conocido o amigo, explíquele que es un dinosaurio organizacional… y anímelo a que evolucione, antes de que se extinga.

  1. Todo debe estar en papel (impreso): Una minuta por correo, una convocatoria a reunión por Outlook o Notes, un informe en pdf no es suficiente. Tiene que estar impreso. Un caso particularmente grave es el que obliga a la firma de los documentos impresos, para dar señal de aprobación. La simple recepción del correo y la confirmación del mismo debería ser suficiente. Si el tema es muy delicado o espinoso, se debe recurrir al soporte legal (notarías, registros, etc.), pero esto debería ser la excepción, no la regla.
  2. Las reuniones son cara a cara: Skype (y similares) y aún los teléfonos en speaker no sirven de nada. La realización del dinosaurio es convocar a veinte personas que provienen de seis ciudades diferentes a una reunión en una séptima localidad en la que 85% del tiempo se consume en lo que dicen dos o tres de los veinte y al menos diez se preguntan durante las dos horas de la reunión qué demonios hacen allí. No sacan la cuenta del valor del tiempo de las personas, ni del costo de los traslados… cuenta que sí sacan sus competidores. Saque una cuenta sencilla: calcule el costo por hora de las personas que asisten a una reunión en la que no aporte; súmele el costo de oportunidad, es decir, lo que esa persona podría haber hecho que sea rentable en el tiempo de la reunión y sume lo que cuesta trasladar a la persona (hoteles, aviones, taxis, comidas…) y si el asistente potencial no agrega dos o tres veces ese valor con su presencia no lo convoque.
  3. Las reuniones terminan en convocatorias a otras reuniones: Tras el maratón de viajes, la conclusión es que hay que trabajar en un proyecto dado (cosa que se pudo haber arreglado por teléfono o email) y los resultados se presentan… en otra reunión de veinte personas en una octava locación. Por supuesto, hay una reunión intermedia para definir cronogramas, quizás un par para presentar avances.
  4. No leen emails porque no tienen tiempo: “Es que tuve dos reuniones en un día, ¿cómo pretendes que lea correos?”. A quien me dice eso, le explico pacientemente que los correos llegan ahora a los teléfonos, que las dos horas de espera en el aeropuerto se pueden usar para contestarlos, incluso en el avión o en el taxi; wi-fi hay en casi todos lados o se puede adquirir el servicio móvil de internet. No tener tiempo para leer emails no puede ser una excusa válida en el s. XXI. No sólo hay que enviar el email, colocar la presentación en dropbox… hay que llamarlos para explicarles que revisen su correo. En muchas ocasiones, hay que explicarle los detalles del informe… que está en su correo. Es decir, que emplea tiempo valioso haciendo cosas que podría haber hecho si optimizara el tiempo.
  5. Lo anterior se extiende a otros ámbitos y puede resumirse como que el dinosaurio no sabe la importancia del tiempo, ya que es el único activo que desaparece sin reposición.
  6. La delegación es mínima y usualmente sin autoridad. Una de las maneras más eficientes de optimizar el tiempo es delegar actividades en especialistas. Para ello son los equipos de trabajo. Pero no se gana nada si la delegación se hace sin la autoridad. Hay que confiar en las personas. Los dinosaurios organizacionales no confían en las personas y por ello pierden tiempo valioso supervisándolas… personalmente en reuniones cara a cara. Por esa razón, las personas bajo su responsabilidad poco a poco se escapan a otros lados donde la eficiencia sea la norma.
  7. Los dinosaurios no saben decir que no. Provistos probablemente de responsabilidad sin autoridad, simplemente se convierten en correas transmisoras de información que no se filtra ni analiza, sólo se transmite. Sólo cuando la realidad les golpea la cara, preguntan qué pasó.
  8. ¿Conoce Ud. a algunos dinosaurios en su entorno? Si es su competidor, no le diga ni pío. Déjelo, no hay nada de qué preocuparse. Si está en su círculo de influencia o en sus áreas de interés, es momento de sacudir la alfombra y meterlo por el carril.

¿Por qué no somos suizos? – Venezuela y el equilibrio de Nash

Ayer tuve la oportunidad de ver la película “Una mente brillante” sobre la vida de John Nash. Aunque vieja, la recomiendo ampliamente, aunque parece que novela la vida de este excéntrico matemático y no es completamente fiel a la realidad. El caso es que el punto de quiebre de su trabajo académico fue el postulado del “equilibrio de Nash” en donde critica la afirmación de Adam Smith de que el bien común sólo puede ser alcanzado como la suma de las acciones en pro del bien individual de cada uno de los miembros de una comunidad. Nash plantea que eso no es del todo correcto. En la película se explica esta paradoja de modo muy sencillo en el cortejo que cuatro estudiantes hombres hacen de cinco muchachas en donde una es muy hermosa, mucho más que el resto, y por ello es la que es lógicamente seleccionada para ser cortejada por todos los caballeros. Según Adam Smith, todos tratarían de conquistar a la más bella, lo que en el mejor de los casos hará que sólo uno la conquiste y que los otros tres tengan que “resignarse” a salir con tres de las menos agraciadas, quienes los despreciarían por no querer ser “platos de segunda mesa”; es decir sólo un máximo de 2 sobre 9 tendrían “beneficios”. Según Nash, el mejor movimiento es el sacrificio de la más bella a favor de que cada hombre corteje a cada una de las menos agraciadas. Esto maximizará el bien común, haciendo que 8 de cada 9 sean “felices” con su recién encontrada pareja.

Pese a luchar casi toda su vida con la esquizofrenia, Nash fue reconocido casi 40 años después con el Nobel de Economía por el uso que su teoría tuvo en las ciencias económicas, laborales, sociales y hasta militares. Tras la película, me quedé pensando en dicha teoría y busqué más información en Wikipedia tanto de Nash como de su equilibrio. Reflexionando, me pregunto si parte de lo que nos aqueja a los venezolanos como sociedad no estará basada en el hecho de que rompemos el equilibrio de Nash.

Permítanme un segundo ejemplo, llamado el dilema del prisionero, que suele ser usado para explicar de modo mundano este equilibrio. Imaginemos a tres prisioneros que tratan de escapar y son capturados. Los tres han jurado no delatar a sus compañeros bajo ninguna circunstancia. Los carceleros los interrogan por separado y les ofrecen una rebaja del 50% de la pena si cooperan delatando al cabecilla. Quien sea encontrado culpable tendrá un incremento del 100% de la pena. Al momento del interrogatorio, la solución para el “bien común” de los prisioneros es que mantengan su promesa, no delaten a nadie y todos quedan con la misma pena que tenían al principio. Pero si uno de ellos busca su beneficio particular, delataría a cualquiera de los otros dos para tener una rebaja de la pena. Pero puede suceder que los tres se delaten entre sí, terminando todos con mayor tiempo en la cárcel. ¿Valdrá la pena el riesgo de delatar a un compañero para obtener un potencial beneficio (no seguro)?

Extrapolando esto a la sociedad y en mayor escala, queda claro que aquellas sociedades que pudiéramos llamar “avanzadas” pero que yo prefiero llamar “más cercanas al estado de bienestar” son aquellas que justamente han cedido voluntaria o forzadamente parte del bien individual en aras de un bien común. Y eso es lo que las hace avanzar y prosperar. Y otras, como la nuestra, se empeñan en la lucha medieval por la supremacía individual. Permítanme dos ejemplos sencillos y una experiencia reciente.

Primer ejemplo: en la mayoría de los países, cuando un semáforo se daña, el cruce en cuestión pasa a ser un pare de cuatro vías. Así, si uno está de primero en la cola natural que se debe formar sólo cruzará después que el vehículo a su izquierda lo haya hecho. Si se trata de avenidas de dos o más canales, pasan los primeros vehículos de cada fila. Muy simple, ¿verdad? En este caso, el impulso individual sería atravesarse para sortear lo más rápido posible la cola. Pero eso hará que los demás, que ven que su compromiso para que todos salgan del apuro está siendo violado, hagan exactamente lo mismo y la galleta que se forma hace que nadie pase hasta que llegue un policía a poner orden (lo que representa que todos tardan más y hay más gasto, porque ese policía pudiera estar haciendo algo más provechoso). Lo último es lo que pasa en Venezuela. Individualismo de primera línea. Pero, ¿por qué no hacerlo si casi todas las autoridades de cierto nivel utilizan policías y escoltas para interrumpir el tráfico cada vez que se desplazan en la calle y así minimizar SU tiempo en la cola en detrimento de los demás? ¿Hay alguna razón para que los demás no lo hagan, especialmente porque el salario del funcionario y los escoltas los pagan nuestros impuestos?

Segundo ejemplo, también del tránsito, pero aplica a cualquier cola: Imagínese una avenida de dos canales por vía, que llega a una intersección. Usualmente se abre un pequeño y corto tercer canal para hacer el cruce a la izquierda sin interrumpir el tráfico. A las horas pico, ese canal se satura. En un país donde reine el equilibrio de Nash, la gente hace pacientemente la cola. En Venezuela, país del individualismo, la mayor parte de la gente hace una doble fila, detiene a quienes vienen por el canal izquierdo con intenciones de seguir derecho, para pasar primero. Si por casualidad hay un semáforo, simplemente se detienen hasta que cambie la luz a favor (no por cortesía a los otros motoristas que vienen en sentido contrario, ¡por favor!, es que simplemente no pueden pasar sin chocar). Esto es absolutamente cierto con TODAS las unidades de transporte público, con dos excepciones que conozco: el municipio Chacao y los nuevos buses rojos donde al parecer adiestran a los choferes en el manejo correcto. ¿Por qué? Porque emplearon al menos una de las dos soluciones al “problema del desequilibrio de Nash”: uno, aumentar el castigo a quien haga prevalecer el interés individual sobre el bien común (Chacao) y dos, en educar a la gente para que interprete y adopte el bien común (buses rojos). Mi impresión es que en los países donde esto no pasa hay un poco de las dos cosas: educación y temor al castigo. A medida que el primero se fortalece, el segundo se va volviendo innecesario.

Por último, está un evento que sucedió este sábado. Por trivial que parezca, explica mucho de lo que padecemos como sociedad. Estoy en un centro comercial sencillo, de esos en los que los locales están uno al lado del otro. Hay carnicerías, tiendas de mascotas, panaderías, farmacia y dos licorerías (estáis en Maracaibo, recuerden). El estacionamiento es lo suficientemente ancho para aparcar un vehículo perpendicular a la acera (como se estaciona usualmente) y para hacer una “minicalle” por donde pasan dos carros. Pues bien, un parroquiano, al no encontrar estacionamiento enfrente de una de las dos licorerías, uso uno de los dos canales de circulación. Cuando le dije que no se podía parar allí, su respuesta fue: “Quitalo si te da la gana” y siguió. Ojo, se trataba de un señor de unos 60 años largos, en un cachivache. Me provocó bajarme y partirle todas las luces y faros, pero resulta que no tenía ninguno que romper, todos estaban inservibles. Ese señor (si así se le puede llamar), el que no respeta el cruce cuando se daña un semáforo y el que se roba el canal de cruce son, sencillamente, delincuentes. Mi radical posición es que quien hace eso, probablemente se lleve los bolígrafos de la oficina, se robe la luz, y así poco a poco, hasta subir en la escala delincuencial.

¿Quién determina donde comienza el bien común y hasta donde debe permitirse el bien o la libertad individual? Uno de los grandes problemas de la humanidad es cuando una persona, un grupo o un partido se convierten en los únicos entes que deciden dónde va la parcela que separa al individuo de la comunidad. Eso es aún peor que el individualismo que discutimos en estas líneas. Dependiendo de la intensidad, es personalismo, autocracia, dictadura o totalitarismo. Por ello, yo veo con muy buenos ojos los ejercicios de democracia parlamentaria, que coloca suficientes contrapesos para impedir brotes de personalismos arrogantes. Un parlamento difícilmente se elige con mayorías absolutas, y casi siempre requiere negociar y alcanzar consensos entre visiones diferentes. La verdadera sociedad, entendida como la colección de seres humanos que busca un bienestar superior al que ellos por sí solos puedan alcanzar, sólo puede funcionar cuando se negocia y se consensúa. Quizás en toda nuestra historia republicana, plagada de caudillos y dictadores, esta búsqueda consensuada del bien común haya sido lo que más nos ha hecho falta para prosperar.

La tragedia griega, parte II

Hace casi un mes escribí sobre las dos opciones de los griegos. Eran o rehusar las condiciones de la troika, salirse del euro y de la Comunidad Europea, o tragarse todas sus palabras y aceptar la financiación y los ajustes. Resulta que han aceptado lo último, con condiciones aún más duras que aquellas que rechazó la población griega. Hay dos cosas que quiero analizar:

1. ¿Para qué hacer el referéndum?
Tsipras se graduó de populista barato. Llega al poder sobre promesas que no podía cumplir. Mantener lo bueno sin lo malo. Confrontado con la dura realidad, empieza a darle largas al asunto, un día coquetea con la banca, al otro lo insulta; una mañana dice que el acuerdo está listo, en la tarde se retracta. El tiempo sigue corriendo, el default se acercaba cada vez más. Entre la espada y la pared, frente al precipicio, huye hacia adelante y convoca al referéndum. Como dije antes, el griego medio votó que «No», pero, por si acaso, sacó todos sus euros de la banca griega – nadie es tan idiota.

Al lunes siguiente al referendum, hay corralito, empiezan las severas restricciones y Grecia entra en default. Los griegos sólo vieron dos semanas de lo que sucede cuando no se pagan las deudas contraídas. Y como dijeron otras economías europeas que están pasando por momentos difíciles, parte del rescate griego viene de sus debilitadas arcas. Las bravuconadas de Tsipras terminaron en sufrimiento del pueblo y la aceptación de todas y cada una de las condiciones para el financiamiento. Y muchas de ellas son anatemas para populistas: privatizaciones, subidas de edades de jubilaciones, desregulaciones de profesiones. Pero muchas de estas son condiciones normales en el resto de Europa. Como allá no se puede devaluar, hay una regla que no se puede violar: No se puede gastar más de lo que entra, a menos que pidas prestado. Y no puedes pedir prestado más allá de tu capacidad de pago. Igual que le pasa a usted, apreciado lector y a mí, y a todos.

Y al final del día, los griegos tienen que darse cuenta que son un país pobre inmerso en una comunidad que está uno o dos escalones por encima en la escala de la riqueza de las naciones. Sólo les queda apretarse el cinturón, ser muy austeros, y trabajar muchísimo. Les llevará decenios pagar el derroche de estos años (entendiendo por derroche el gastar más de lo que se debe y se puede – no importa en qué).

Tsipras durará poco. Afortunadamente, Grecia, como la mayoría de Europa, es una república con democracia parlamentaria, donde las salidas del Jefe del Gobierno son muy sencillas y poco traumáticas. Esta turbulencia tuvo la primera víctima en el sitio menos esperado: se trata de la versión española de Tsipras, Podemos y Pablo Iglesias. Podemos cae a mínimos históricos a pocos meses de las elecciones parlamentarias españolas, como se observa en la gráfica anexa. ¿La razón? Podemos propugna algo similar para España: olvidarse de los pagos, empleo para todos sin explicar mucho cómo lo va a hacer, beneficios para todos sin que haya recursos para ella. La foto griega ha debido asustar a algunos votantes españoles.
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(Tomado de El País – elpais.com).

El ascenso de Tsipras es como el de cualquier populista de medio pelo. Un país con muchos problemas, la institución política socavada por la incapacidad y/o la corrupción y un verbo mordaz son los ingredientes del éxito. Pero los populistas siempre acaban con un país. Incluso uno como Alemania, que fue a una guerra conducido por un populista. En todos los países, de cuando en cuando, aparece uno. Una democracia es madura cuando existe la solidez institucional y la madurez del pueblo, especialmente esto último, para evitar ser embaucados, como acaban de ser embaucados los griegos.

2. ¿De quién es la culpa?
No es toda de los griegos como pueblo, pero sí hay algo. Vivir gastando más de lo que entra no es sostenible. El gobierno griego (los anteriores, éste) tiene mucho de culpa. Todos los gobiernos temen aplicar medidas duras, y si hay alguna alternativa, por descabellada que parezca, la tomarán, porque el horizonte del político populista llega hasta la siguiente elección. Al no haber mucha transparencia en cómo y dónde se gasta el dinero, la auditoría pública es difícil. Cuando todos reciben un pedacito del pastel que compramos a crédito, nadie se pone muy bravo. Y menos se ponen a pensar que a lo mejor eran dos pasteles y no uno los que se habían podido comprar con el dinero que llegó. Algunos comieron más que otros, pero como todos comieron, nos vamos felices a casa después de la fiesta.

Sin embargo, la mayor culpa, a mi juicio, la tienen las entidades que prestan dinero. Este dilema tuvo que haberse dado cinco, diez años atrás. Entiendo que la Comunidad Europea genera inmensos volúmenes de información por cada socio. No había que ser un economista de Nobel para darse cuenta que Grecia no pagaría. Pero dejaron correr la arruga. Y vinieron sólo préstamos, con pocas medidas de austeridad. Pero sin ningún incentivo a la producción y a la productividad, a la exportación. Si vas a prestar dinero, asegúrate de que quien lo reciba lo pague.

Espero que otros países en Europa se vean reflejado en este triste espejo y no pasen por esta tragedia. ¿Cuál será la próxima Grecia?

El último que apague la luz

Ayer estuve en una reunión donde había una buena cantidad de gente. A varias de ellas tenía algún tiempo que no veía. Tras los saludos de rigor, vinieron las preguntas por los hijos y la familia. «El mayor se fué a … y el menor está arreglando los papeles y sale pronto». «El chamo vendió todo y se fue a probar suerte como inmigrante ilegal. Me dijo que peor que aquí no le puede ir». «Más del 75% de los compañeros de graduación se van o están buscando irse». Y así por el estilo.

Donde trabajo, hemos tenido 16 renuncias en poco más de dos años. Casi una al mes (en una empresa de 70 personas) y casi todas en las áreas medulares. La semana pasada tuve dos en menos de diez minutos. Casi todas personas menores de 30 años. La amplia mayoría de excelente desempeño, promesas en formación. De las 16, 12 están afuera, 2 más están activamente buscando irse. Nuestra reunión de bachillerato mostró cifras menores, pero igualmente alarmantes.

Los reemplazos que hemos conseguido en la oficina son de menor experiencia. Los reemplazos se van igualmente al cabo de un par de años, que imagino es el tiempo que les lleva encontrar una oportunidad. A estas alturas, los que entran son recién graduados. Y esto pasa en todas las organizaciones que conozco.

¿Qué nos ha pasado como país para que padezcamos esto? Más allá de los tecnicismos económicos, ¿no representa esto una falla brutal de la sociedad? ¿No tenemos mejor oferta que el extranjero para la juventud? ¿No es una barbaridad que nuestros escasos recursos se vayan en formar brillantes jóvenes que van a agregar valor a otros países? (eso es aún peor que regalar petróleo y plata – es regalar porvenir y prosperidad).

Uno de ellos me comentó: «Hice mi mejor esfuerzo, estudié lo más que pude, me esforcé al máximo, tengo un buen título. Aún si consigo un buen trabajo, bien remunerado para mi perfil y experiencia, jamás podré comprar un carro, mucho menos una vivienda, que es lo mínimo que desea cualquier profesional. Estoy condenado a vivir con mis padres. Me están expulsando de este país». ¿Poseen ustedes una respuesta, una explicación que podamos darle?

Un país no puede darse este lujo. Las consecuencias que producen las más brutales medidas económicas «neoliberales» son ínfimas comparadas con tener la diáspora de talento que estamos teniendo. ¿Quién se va a hacer cargo del país cuando los viejos nos terminemos de poner viejos? ¿Cómo vamos a competir con un mundo que abraza y estimula al talento? ¿Nos hemos puesto a pensar qué tienen Europa, Canadá, Estados Unidos, Australia e incluso Colombia, Costa Rica, Chile y Ecuador que tanto atraen a nuestros muchachos? Europa está inmersa en una tremenda crisis, con altos desempleos juveniles, y sin embargo la gente va allá. Colombia es un país donde la violencia no ha mermado y la desigualdad social es grande. Y así podemos hacer una lista para cada uno de los destinos favoritos de los jóvenes venezolanos. Y en todos lados la xenofobia es un peligro. Pero igual se van. Y progresan. Y mejoran. Pero más aún mejora el país que los recibe. Reciben a una familia que agregará valor, pagará impuestos, consumirá mínimos recursos del Estado y que muy probablemente dependerá solamente de sí misma para crecer y sobrevivir.

En los años ’50, con medio mundo destrozado por una guerra absurda y brutal, Venezuela, un país pobre, agrícola, que apenas despertaba a la maldición del petróleo, descubrió una oportunidad. Los líderes de ese momento comprendieron que había un talento afuera que no tenía futuro en países desolados y en ruinas. Y le abrió la puerta a millones de inmigrantes que sólo traían lo que tenían puesto. Y en las brutales dictaduras de los años ’70 en el Cono Sur, las puertas se abrieron a otros miles de inmigrantes que eran perseguidos en sus países. En ese período Venezuela creció como nunca. Nos llenamos de jóvenes que veían una segunda oportunidad y no la desaprovecharon. Trajimos talento, familias y voluntad. Creamos trabajo, riqueza y prosperidad. No resolvimos todos los problemas, pero el país estuvo mejor al final del periodo que al inicio, sin duda.

Estamos cometiendo un error grandísimo hoy en día. La más brutal medida económica, la que más atenta contra el pueblo y su provenir, es forzar a los jóvenes a irse, peor que cualquier «paquete neoliberal». A veces me despierto en la noche con la esperanza de encontrar una frase o idea que convenza al menos a mis hijos de permanecer en este país, pero no la encuentro. No hay nada peor para no dormir que darte cuenta que el futuro no podrá ser vinotinto.

Iker el perro, Xavi el grande

Tal como se presumía desde hacía muchos meses, incluso un par de años, el destino de Iker Casillas ya está alejado del Real Madrid. No es poca cosa la historia de Iker con el Real Madrid. Más de 700 partidos, década y media bajo los palos del primer equipo, desde que tenía 16 años. Sus paradones de feria en la final de la «Octava» Champions lo lanzaron a la fama.  Luego haría innumerables con su equipo y con la selección. Recuerdo del mundial el penal que le detuvo a Paraguay y el inolvidable mano a mano con Robben en la mismísima final. Cinco Ligas, tres Champions, dos Eurocopas, un Mundial, dos Copas del Rey, Supercopas y Mundial de Clubes. Ganó todo lo que un jugador puede ganar. Antes de él, recuerdo a Illgner y a César, que ambos por lesiones le dieron paso. En 91 partidos con la selección mantuvo el arco en cero; es el único capitán que ha levantado dos Eurocopas y un Mundial.

Me adelanto a las críticas: todo buen arquero suele tener a un buen equipo delante. La Selección de España de las Eurocopas y el Mundial era una de las mejores de la historia del fútbol. El Real Madrid siempre ha estado y estará entre los mejores equipos del mundo. Iker no es particularmente bueno por arriba, no es tan completo como otros grandes porteros, pero tiene intuición y colocación, y dudo que haya visto alguien tan bueno en el uno a uno como él.

Críticas o halagos aparte, es uno de los jugadores que es institución, emblema del equipo. Es uno que entrará en el cuarto donde están DiStéfano, Cristiano, Juanito, Puskas, Raúl, Gento. Una docena, dos si acaso. Y ya a mediados de temporada la relación con los jefes estaba rota. Sabían que se iba. Igual ya le pesan los años para estar en el top ten de Europa, sin que ello signifique no es un porterazo. Todo bien hasta allí. Pero ¿por qué tiene que salir por la puerta del fondo, echado como un borracho impertinente de un bar? ¿No se merece el Bernabéu despedirle como se debe, como su gran capitán? Se va al Oporto, que se niega a pagarle el salario que tiene en el Real Madrid, y éste se lo completa para que acabe de irse. Se va en julio, cuando ni pretemporada hay. No hay despedida, no hay un último juego, ni siquiera parece que habrá una rueda de prensa.

Ésa también ha sido la historia de otros grandes del Madrid: Hierro, Raúl, Del Bosque, por citar a los que me acuerdo rápidamente. Es una marca del Madrid de Florentino. Los jugadores son activos, bienes que se transan, se deprecian y cuando tienen valor de salvamento cero, no vale la pena invertir más: salen de inventario y son remplazados.

Y soy madridista de todo corazón, lo digo por si acaso. Pero me da sana envidia lo que hacen otros clubes. Pongamos por caso a Xavi, de la misma generación que Iker, protagonista como él de la década dorada del fútbol español y director de orquesta de ese sensacional Barcelona. Al igual que Iker, ya Xavi venía de salida. A mediados de temporada, anunció la salida, hubo un hermoso partido de despedida junto a un estadio repleto y jugó todos los juegos finales de Liga, Copa y Champions. El detallazo fue ponerlo a jugar los últimos minutos de la final de Champions y dejarle la banda de capitán para que alzase la Orejona. Xavi se despidió como lo que es, un gran jugador de un gran equipo. Iker se merece tanto o más de un club al que le dio tantas satisfacciones.

En España usan un término que viene muy bien aquí: «tener solera». Antigüedad, abolengo, clase, respeto. En la Liga, en Europa y en el mundo, el Real Madrid es un equipo con solera. Donde va impone respeto, todos desean jugar en él o contra él. Es el club más ganador de la historia. Pero desde hace años esa solera se ha manchado con el ansia del dinero, de la publicidad, de la venta de camisetas. Es la mancha de Florentino, de aquel que juega con la nómina de jugadores como si estuvieran en la Fantasy League.

Vaya mi respeto y admiración para Iker, que se hizo grande haciendo grande al Real Madrid. Mucha suerte donde vaya. Y seguro parará un penal al Madrid en una Champions o en otra competición para sacarlo de carrera, como ya hizo Morata este año. Y tengan por seguro que, por primera vez en mi vida, me alegraré de ver eliminado al Madrid. Florentino se lo merece.

La tragedia griega

Ya se sabe que los griegos han votado mayoritariamente (más del 60%) en contra de la aplicación de reformas económicas y fiscales exigidas por la troika en un referéndum convocado por el primer ministro Tsipras. Pero, ¿cabría esperar otra respuesta? El referéndum se posicionó del modo siguiente: vote «no» si usted no quiere que impongan severas medidas de recorte de gastos fiscales y subsidios, subidas de edades para el retiro, cortes de beneficios y vote «sí» si las quiere. ¿Cómo votaría usted? Pues que no. Sobre todo si yo, ciudadano común, no he hecho nada malo. De hecho, tengo la impresión de que el altísimo 40% que votó que sí lo hizo por temor a perder los beneficios que brinda ser parte de la comunidad europea y tener el euro como moneda.

El problema es que la puerta que abre esta votación no da a un jardín de rosas, precisamente. El gobierno griego está en default, es decir, no tiene cómo pagar ni siquiera los intereses de una monumental deuda con el FMI, el BCE y otros entes. Si se rompen las negociaciones para los acuerdos y sobre todo si cesan los auxilios sobre los bancos griegos para evitar la fuga de capitales, pronto la crisis financiera será de proporciones épicas (las personas votaron que no, pero por si acaso, han tomado todos los euros que puedan; como Grecia no puede devaluar, hace un corralito, congela el dinero en los bancos).

Así, los griegos están frente a una tragedia griega. En éstas nunca nada sale bien. Si aceptan la ayuda europea, el ideal del «estado de bienestar» se resentirá malamente y quizás desaparezca tal como lo conocen hasta ahora. Y este estado de bienestar es uno de los pilares de la Comunidad Europea. Es decir, los griegos serían europeos de segunda hasta que la deuda se cancele o llegue a niveles manejables. Si no la aceptan, como parece que terminará esto, es muy probable que se salgan del euro y de la Comunidad, con bancos quebrados y líneas de crédito internacional cerradas. Y eso es algo también muy malo.

Yo lo que me pregunto es, ¿cómo se llegaron a estos colosales niveles de deuda, que es sencillamente inimaginable?. ¿Quién o quienes fueron los irresponsables que endeudaron al país de esta manera? ¿Quién o quienes prestaron el dinero a sabiendas que no sería pagado? ¿Es que realmente aquí hay un ganador? Desconozco la historia, pero supongo que hubo mezcla de pequeños déficit, elecciones que debían ser ganadas y que aflojaron la mano y sí, corrupción a raudales. También debió haber habido la presión para mantener el status quo, el analista que decidió dar un préstamo a un país que gastaba más de lo que ganaba porque aún tenía capacidad de endeudarse y sí, corrupción a raudales.

De todo esto se saldrá muy mal. Tsipras no podrá cumplir sus promesas, sencillamente porque no tiene con qué pagarlas. Tras uno, dos o tres años muy convulsos, en donde todo se pondrá peor, vendrán algunos ultranacionalistas o neonazis que le «calentarán la oreja» a unos griegos empobrecidos, que perdieron los beneficios que hoy creen que mantendrán y muy probablemente lleguen al poder. La troika tendrá que hacer una quita de deuda, es decir, reconocer que la deuda es impagable y ponerla en saco roto, posiblemente viendo como los bonos griegos se vuelven bonos basura que no pueden ser vendidos porque no hay quien los compre. Periodos de escasez, alta inflación y desempleo elevado no pueden descartarse.

El camino que yo veo es uno intermedio. Hay una quita parcial de deuda, una seria reestructuración del gobierno, con una reducción de beneficios hasta niveles que sean sostenibles, aumento de la productividad interna que compense los muy probables despidos de la administración pública; también una recompra de deuda a descuento parecida a la que hizo Argentina hace años. Posiblemente se reduzca la dependencia de capital e insumos foráneos y por allí podrá iniciarse un camino de recuperación.

A esa solución yo añadiría una absolutísima transparencia del manejo público. ¿Por qué no pueden ser totalmente transparentes y públicas las finanzas de un país? Si, por poner un ejemplo, los alumnos de una escuela saben quiénes están en la nómina de la escuela y descubren a un reposero, ¿no sería facilísimo echarlo? ¿Por qué no publicar todas las licitaciones y compras del estado? Esto último yo lo veo difícil, por no decir imposible. Pero es lo que la ha faltado a Grecia y a muchos otros países en crisis.

Los días de fiesta entre semana

La semana pasada tuvimos el día 24 de junio (miércoles) como festivo. Es uno de los tantos días de fiesta que tenemos en Venezuela. Se celebra: el primero de enero, lunes y martes de carnaval, jueves y viernes santo (pero a los efectos prácticos es toda la semana), el 19 de abril, el 1 de mayo, el 24 de junio, el 5 de julio, el 24 de julio, el 12 de octubre, el 24 y 25 de diciembre y el 31 de diciembre. A eso, súmele dos o tres días más de feriados regionales. En el Zulia están el 24 de octubre y el 18 de noviembre. Creo que no se me escapa ninguno. 16 días feriados. Son muchos; si queremos salir de la crisis hay que trabajar muchísimo. Pero ese será tema de un futuro análisis.

La propuesta que hago es muy sencilla y la copio de USA y Canadá. Un día de fiesta en miércoles, martes o jueves es una incitación a delinquir. Si el día cae jueves, el viernes hay ausentismo laboral. Había alguien que jocosamente decía «me tendré que suspender el viernes». Si cae martes, el lunes pasa lo mismo. Y si cae miércoles, no faltará a quien convenientemente se le dañe el carro el lunes y el martes tenga colitis.

En esos países nórdicos lo arreglaron muy fácil. Empecemos con el hecho de que no hay tantos días de fiesta en esos países. Con excepción del día de la independencia (en la mayoría de los países tienen uno solo, nosotros tenemos dos), las fiestas se celebran en viernes o en lunes. Así, por ejemplo, una fiesta puede caer el tercer lunes de agosto, o el cuarto viernes de octubre. Listo, puente decretado oficialmente.

Las ventajas no vendrían sólo por una disminución de la abstención laboral. Este tipo de fiestas fomenta viajes internos y externos que motorizan la economía turística (hoteles, posadas, restaurantes, playas). Mantendrían un flujo más constante de turistas y el flujo de caja ayudaría a mantenerlos. Además, pienso que ayudaría a aliviar los puentes de Semana Santa y Carnaval, al saber la gente que tiene otros fines de semana largos garantizados.

Yo también introduciría un cambio en la legislación laboral, para incorporar una excelente idea que vi en una empresa canadiense: los «disponibility days» (o días a disposición). De las vacaciones de cada empleado, una cantidad de días quedan a disposición del empleado: los puede coger con las vacaciones, o lo puede pegar a uno de estos puentes, o simplemente avisa para descansar en casa un poco.

Eso sí, reduciría la cantidad de festivos, son muchos. Necesitamos el trabajo arduo de todos.

 

 

No somos suizos…

Para quienes no son tan mayorcitos, quizás esta frase suene hueca. Créanlo o no, fue dicha por un político venezolano para explicar el por qué no eramos una sociedad más civilizada. Nuestra mezcla de sangres y genes haría que siempre quisiéramos saltarnos el semáforo, llevarnos las cosas de la oficina, no pagar impuestos y todo el resto que caracterizaría al estereotipo del latino.

Yo no creo que esto sea así. Pero sí creo que falta un mundo completo, quizás dos, para que seamos suizos. El punto clave es la ley, su cumplimiento, las penas y el temor al castigo. Vamos a analizar una por una.

La ley: La sociedad sólo puede funcionar coherentemente cuando hay un conjunto de reglas universalmente aceptadas y respetadas. Requiere que estas reglas sean justas y aplicables para todos. Han habido reglas que aplicaban para sólo un segmento de la población (los negros de Sudáfrica por ejemplo), hay reglas injustas (el azote de personas por infidelidad). Desarrollar leyes justas es muy difícil; desarrollar leyes que faciliten y no entorpezcan el funcionamiento de la sociedad es también un arte: el balance entre lo correcto y lo burocrático. Cuando tramitar un permiso requiere decenas de papeles, colas y múltiples pasos, la tentación de la corrupción florece. Alguien con contactos cobra por saltarse los pasos. Uno de los deberes pendientes es revisar las leyes y procedimientos para que sean lo más sencillos posibles. El internet es una herramienta que puede ser muy poderosa para simplificar y asegurar trámites. Los países que tienen procedimientos sencillos y leyes justas, desarrolladas bajo el consenso de la sociedad, tienden a ser menos corruptas.

El cumplimiento de la ley: «Se acata, pero no se cumple» es un dicho que se asocia a los conquistadores españoles de América cuando llegaban las órdenes del Rey, quien lejano, a más de tres meses de distancia, emitía órdenes que los reyezuelos locales sabían que nunca iban a poder ser ejecutadas. Si sabes que no pasa nada si no pagas los impuestos municipales, ¿para qué pagarlos? Si hay una ley o norma que es absolutamente difícil de cumplir por los requisitos, trámites que mencionamos en el párrafo anterior, pues sencillamente no se cumple. El cumplimiento de la ley debe proveer un beneficio tangible a la sociedad; las leyes, normas y reglamentos deben tener un propósito. Deben reforzar el buen comportamiento y castigar el malo. Deben partir de la igualdad y bondad de los ciudadanos y castigar duramente a quien rompa este supuesto.

Las penas y el temor al castigo: Así como las leyes deben estar basadas en la presunción de la buena fe, las mismas deben ser extremadamente implacables con el transgresor, y deben serlo con tolerancia cero. En los países «suizos» puedes saltarte la luz roja, y es posible que nada pase, pero si te agarran, puedes arrepentirte el resto de tu vida. Puedes montarte en un autobús sin pagar, pero lo lamentarás si se dan cuenta. Si el costo de transgredir la ley es muy superior al beneficio, no se violará la ley.

Volviendo al título, el ahora perseguido presidente de la FIFA es suizo. Sí, de esos que el político venezolano colocaba como un ideal inalcanzable. Y aparentemente, al menos pendiente de comprobación, hizo actos de corrupción. ¿Qué pasó con el ideal de buen comportamiento? La FIFA no tenía leyes ni jueces, imponía sus reglas, era cerrada, manejaba muchísimos recursos y se cuidaban entre ellos. Así hasta un suizo peca.

No es cuestión de ciudadanía, es cuestión de sentido común. Y así como todos deben conocer las leyes y saber lo que cuesta el violarlas, también debemos mantener en el pedestal más alto de la sociedad a los maestros, a los policías y jueces. Sobre ellos estamos depositando el conocer y respetar las leyes. Si ellos están muy abajo en la satisfacción de las necesidades de la pirámide de Maslow, la corrupción estará cantada.

 

Maracaibo, el taller mecánico más grande del mundo. Por qué pasa y una propuesta de solución

maracaibo es un taller - mas ná Una característica de Maracaibo que no he visto en otras ciudades venezolanas, y que no decir del mundo, o al menos no con la misma intensidad, es la tranquilidad con la cual conductores y mecánicos reparan vehículos en plena vía. La foto a la izquierda es en la Av. Los Haticos, emblema de Maracaibo que bordea al Lago y que es una de las vías más transitadas. La cámara no me permitió capturar la cola que este individuo generaba (iba a colocar ciudadano en vez de individuo, pero no lo merece).

Voy a intentar explicar lo que pasa (aunque sin justificarlo). Se unen varios factores:

a) La obsolescencia del parque automotor: He hecho estadísticas informales (muy informales) de conteo de carros en una esquina o según manejo. De un 25 a un 40% (dependiendo de la zona) de la muestra, son vehículos con más de 20 años. Un 10-15% tienen más de 30 años. Un vehículo de esa edad que siga rodando o es un clásico (si está bien mantenido) o una chatarra.

b) El costo de los repuestos: Tema sobre el que no voy a tocar. Escasos, costosos. Si la persona no ha podido cambiar su carro en 30 años, lo más probable es que no tenga cómo hacerlo. Una buena parte son los también obsoletos y absolutamente impresentables carritos por puesto.

c) El abuso de los vehículos viejos: Como la mayoría están en el transporte público, están rodando todo el día; el desgaste es mayor y la necesidad de mantenimiento mayor.

d) En Venezuela no hay cultura de mantenimiento preventivo y mucho menos predictivo. Aquí se arreglan las cosas cuando se rompen, sin importar los avisos que se tengan (el punto «b» sólo hace empeorar este punto).

Lo anterior hace que un vehículo en estas condiciones que aún ruede sea una oda a la ingeniería mecánica. Mis respetos a los diseñadores que consideraron los factores de seguridad de diseño de tal modo que el producto soporte el abuso anteriormente mencionado y aún siga siendo medianamente funcional.

Pero esto habla también de una ciudad (y quizás de un país) anárquico. Y también con instituciones y servicios deficientes.

Primero, no deberían poder circular vehículos que no cumplan con un mínimo de garantías de seguridad. Más allá de un daño que atasque el tráfico, una falla de estos vehículos puede ocasionar un accidente. Ojo, no quiero decir que con reglas estrictas no ocurran fallas mecánicas, sólo que la probabilidad es mucho menor. ¿Por qué no hay reglas? Porque si existieran, no habrían carritos por puesto y muchísimo menos buses como la Ruta 6. Y, ¿cómo transportar a la gente? A menos que no haya un plan de remplazo, sería un caos. Pero los reemplazos tampoco serían eficientes si no son adecuadamente conducidos y mantenidos.

Segundo, ¿por qué no podemos contar con empresas que presten servicios de auxilio vial? Más allá de las complicaciones económicas actuales, es prácticamente imposible decirle a los choferes que contraten este servicio. La mayoría pertenecen a familias que están en el nivel de pobreza, con ingresos que apenas cubren las necesidades más básicas.

Pese a ello, no tenemos que resignarnos a vivir así. No es fácil salir de esto, pero tampoco es imposible. Hay que salir ordenadamente de los carritos por puesto y de los buses viejos. Hay que sincerar los costos de transporte. Hay que reducir la inseguridad asociada con este transporte.

Una cooperativa de transporte, a medias entre choferes, empresas y alcaldía, puede ser la solución. Se requiere de un financiamiento inicial elevado: terrenos para oficinas, garajes y mantenimiento (por el tamaño de Maracaibo, habría que pensar en más de una), una flota de autobuses grandes y de busetas (olvídense de los carritos) y los repuestos y el entrenamiento de los choferes. Los buses para las rutas principales, las busetas para las secundarias.

Yo propondría una asociación entre las cámaras de empresarios de Maracaibo, los choferes y la alcaldía para recolectar el dinero inicial y establecer una sociedad donde cada parte vigile a la otra. Esta sociedad sería total y absolutamente pública en el manejo de sus finanzas y sometida a auditorías públicas frecuentes. Ganan todos: un sistema de transporte eficiente debe mejorar la puntualidad de trabajadores, reducir los tiempos para el transporte y las ausencias. El aporte de las empresas sería descontado de los impuestos municipales que deben cancelar. Los choferes pondrían como aporte sus vehículos (que serían desguazados y vendidos como chatarra, garantizando que no vuelvan a la calle) y serían los nuevos choferes de los buses y busetas, previo entrenamiento. La alcaldía colaborará con recursos, seguridad y ofreciendo terrenos baldíos; el manejo debe ser dado en concesión pública.

Parte de los impuestos municipales deben ir a subsidiar el costo inicial del transporte (que será más costoso). Con buenas rutas, puntualidad y seguridad, el número de pasajeros (y la viabilidad del negocio) estaría garantizado. Pero siempre habrá que subsidiarlo; es así en casi todas las ciudades del mundo. Un subsidio indirecto sería una progresiva alza en las tarifas de impuestos vehiculares (es ridículo lo que se paga ahora). Esta empresa pública debe rendir cuentas con alta frecuencia y de manera pública. El otro beneficio indirecto es la reducción de la congestión vehicular. Se puede empezar en rutas piloto (de alto tráfico) y compitiendo contra el servicio actual.

Será más costoso; será más difícil; tendrá rechazo de todos inicialmente, excepto de los pasajeros que vean una mejora del servicio. Pero es que no medimos los costos de personas económicamente activas haciendo colas eternas por transporte. Haciendo cola no se agrega valor a la economía. Tampoco medimos el altísimo impacto ambiental de mantener unidades obsoletas en la calle. Hay mucho de malo y casi nada o nada de bueno en tener vehículos viejos y destartalados en las rutas locales. Esta es sólo una propuesta para la discusión.

 

Real Madrid: jugar al fútbol, ganar Copas, o ganar dinero. Las prioridades envían al cadalso a Ancelotti

Originalmente publicado en estaisenmaracaibo.blog.com

Ser fanático o hincha de un equipo no admite ningún tipo de razonamiento o explicación. Mi hijo me preguntó en estos días por qué le iba al Real Madrid. La verdad es que no supe qué responderle, excepto que le vi ganar mucho. Me puse a revisar el palmarés y el Madrid tuvo una racha ganadora a mediados de los 70 y, pausa aquí y allá, hasta finales de los 80. Recuerdo a Juanito, a Santillana, a Gordillo (que jugaba con las medias bajas), a Hugo Sánchez y a la quinta del Buitre. La verdad es que, al igual que ahora, sólo se hablaba del Barcelona y del Real Madrid, pero difícilmente uno veía algo más de la Liga que a ellos dos en aquella época; no había televisión por cable, no había internet, no habían tantos periódicos. Así que, quizás por ello, me volví seguidor del Real Madrid y no de otro club. Pero no soy fanático sufridor, o de esos que recuerda cada jugador y jugada. Sufro mucho más con la Vinotinto (¿quién no?) e incluso con La Roja, que con el Real Madrid.

El caso es que para los fanáticos de la Casa Blanca, estos años han sido muuuy malos. Ver al archirrival ganar y ganar y ganar, y además jugando bien, alimentando a una Selección española que se da el lujo de ganar dos Eurocopas y un Mundial, pues da como inquina. Vamos a estar claros, así como el Madrid de DiStéfano, Puskas y Gento fue un equipo para la historia, al igual que la Quinta del Buitre, no es menos cierto que hasta ahora, el equipo de Xavi, Iniesta, Busquets, Puyol y Messi es otro al menos igual. Mis respetos y toca calársela.

En pleno estrellato del Barça de Messi, el Real Madrid contrata a Mourinho. Un tipo inteligente y ganador, pero con poco don de gente, al menos en lo que deja ver en público. Y este equipo se las puso aún más fácil al rival, con un juego poco elegante. Finalmente, me emocioné por primera vez en años cuando oí que Carletto sería el nuevo entrenador. El caso es que Ancelotti pudo ganar la Décima (¡la Décima, nada más y nada menos!) y la Copa del Rey en su primer año. Nada mal.La Décima por fin en casa

Permítaseme una digresión. La Décima es el Santo Grial del madridismo. Es como ir a La Meca para un musulmán, o como lograr el secreto de la eterna juventud, la piedra filosofal, pues. Aún antes de ganar la Novena, todos los madridistas queríamos tener el 10, los dos dígitos en la camiseta, antes que nadie. Vamos, la Champions ES el torneo del Real Madrid. Lo demás es para el resto de los mortales, Barcelona incluido. Y Ancelotti, perdón, San Carletto, nos obra el milagro en su primer año.

La directiva del madridismo le “premia” trayéndole a Kroos y a James, pero inicia mal echando a Di María. Ése fue el primer error, que es el error continuado de cambiar media plantilla año a año. Di María fue el director de orquesta en la Décima y en el tramo final de esa difícil temporada. Pero hay que reconocer que quedó un gran equipo: Casillas y Keylor Navas (vaya suplente), Carvajal, Pepe, Varane, Ramos y Marcelo en la defensa (pero más nadie, lo demás no está al nivel); Kroos, James, Isco y Modric en la medular (quedaban Khedira e Illaramendi pero más nadie, segundo error); y Bale, Benzema y Cristiano en la punta. 14 jugadores que serían la delicia de cualquier entrenador, todos ellos con el ego suficiente como para ni de asomo considerar paseítos largos por el banquillo. A media temporada se traen a Lucas Silva, que jugó poco y nada. Tercer error.

La temporada arrancó con algunos tropezones para Ancelotti; probó, probó y la verdad no daba con el equipo. La prensa le estaba dando duro (la de Madrid es inclemente, especialmente AS y Marca, pero es verdad que se trata también de uno de los mejores equipos del mundo). Ancelotti declara que la BBC (Bale, Benzema y Cristiano) es inamovible. Sacrificó a Isco y deja a Modric, James y Kroos en labores de creación y contención. Salvo algo de Modric, ninguno de los tres es nato para esa posición. En los primeros partidos era claro que James quería hacer de 10, la recuperación no era lo suyo. Y los equipos entendieron rápido que si no le daban espacio a Cristiano y a Bale para que corrieran, el Madrid se atascaba; bastaba replegarse un poco y esperar que el equipo se partiera. Al necesitar más esfuerzo en ataque, las subidas de Marcelo y Carvajal hacían las delicias del contrario.

Sin embargo, la diosa fortuna hizo que se lesionara Bale por rato largo. Ancelotti consolidó un 4-4-2 con Modric y Kroos en la creación y recuperación y James e Isco en apoyo, pero les enseño a recuperar y cerrar. Cristiano y Benzema rotaban y alternaban posiciones arriba. Era finales de octubre o principios de noviembre. ¡22 partidos seguidos ganando! Liga, Copa y Champions. De largo, el mejor Real Madrid que he visto en años, pero en muchos años. El contrario tenía que ocuparse de tapar a James, Isco, Benzema, el mismo Modric. Cristiano disfrutó de muchos espacios y tuvo una racha goleadora que prometía pulverizar los ya fenomenales récords que él y Messi han logrado en esa particular lucha por ver quién es el Pelé de esta década. Y James poniendo números espectaculares en sus primeros años. Cada uno de sus goles fue una obra de arte. En ese momento, uno podía jurar que Dios era merengue. No podía haber otra explicación. Ver a esa mediacancha del Madrid era una delicia. ¡Qué Xavi, Iniesta y ocho cuartos! La única sombra en el panorama era qué hacer con Bale. Nadie en su sano juicio pone 100 millones de euros en el banco. ¡Pero era que sobraba!

A fines de año pensaba que, de salir todo bien, veríamos unos cinco o seis años pintados de blanco en España y Europa. Pero Dios no es merengue, algo blaugrana tiene también. Se lesionan casi es sucesión Modric y James para largo. Modric nunca volvió al 100% y se lesionó de nuevo. Esperemos que sí lo haga para el año que viene. Y de allí se evaporó la ventaja de Liga y se empezó a sufrir en la Champions.

Y aquí viene el primer error: No hubo rotaciones en puestos clave en ningún momento del año, muy probablemente porque no había con quien rotar. Illarramendi está algunos escalones por debajo, a Khedira lo tenían castigado (además de lesionado) y Medrán está muy joven. Contratan a Lucas Silva y no juega. Kroos fue titular casi todos los juegos. Si Di María se hubiese quedado, con sabias rotaciones, la media estaría bajo control. El segundo error. A lo anterior, se suma la lesión de Ramos. No es santo de mi devoción (ya sé, el gol en el minuto 92), pero sí es cierto que pone orden en su cuadra; un poco a lo Vito Corleone (y vaya Clemenza que tiene en Pepe). Aquí Varane sí despunta como remplazo de ambos, también Nacho lo hace bien, pero en esta parte de la temporada hacía falta la autoridad del Don. Por cierto, con Casemiro cedido descosiendo la pelota en el Oporto.

Total, que tres piezas clave estuvieron fuera juntas. No hubo rotaciones. Las lesiones vienen usualmente por sobrecargas. Un cuerpo tonificado soporta mejor el desgaste e incluso las patadas. Ancelotti se juró su BBC, pese a que todo demostraba que el cuarteto Isco-Modric-James y Kroos era la clave del centro y que Bale sobraba (ya lo dije, ¿verdad?). Vamos, no tengo nada contra Bale, es un jugadorazo, pero todo jugador necesita encajar en un esquema. Pelé jugando en un equipo del catenaccio no hubiese sido Pelé. Se hablaba de la inminente firma de Danilo (¡si Lucas Silva recién contratado no jugaba!) e incluso de De Gea (tienes dos porteros de primer nivel, uno de ellos puliendo banca, ¿para qué un tercero?).

A Luis Enrique, que sí había rotado (pero con escasa fortuna), el equipo le llega mejor parado y aceitado. Y le da un paseo en la Liga. Eliminado ya de la Copa por el Atleti (para mayor desgracia, el rival del derbi se está volviendo un grandísimo equipo; es que crecieron todos los enanos del circo juntos), sólo quedaba la Champions. A trancas y barrancas llegó a la semifinal, salvado por Chicharito, que remplaza a un Bale lesionado por segunda vez y a un Benzema también tocado. La gran ironía y lo que espero que haga reflexionar a toda la directiva es que cae eliminado en la Champions, en semis, por Morata, un canterano echado a un lado. Sí, para el que no lo sepa: Álvaro Morata es jugador de la cantera del Real Madrid. Y costó un pocotón de euros menos que Bale, Benzema o el mismo Chicharito.

Lo irónico en este caso es que Florentino debía dimitir por haber dejado ir al canterano goleador. Pero no, echa al entrenador por no haber ganado nada (bueno, eso es lo que se supone, porque argumentos serios no ha dado aún). Y, bien visto, algo sí gano Ancelotti en este curso: La Supercopa de Europa (es cierto, un trofeo menor) y el Mundial de Clubes (que se estrena en las vitrinas, antes habían solo Copas Intercontinentales). Y llegó segundo en Liga y termina en semis en Champions. No es un curso sobresaliente, pero tampoco es para rasparlo.  Y las lesiones fueron particularmente odiosas.

De acuerdo a @2010MisterChip, esa imponente base de datos humana en Twitter, hace 11 años el balance de títulos Barça-Madrid era 62-72; hoy día es 85-82.  ¿Recuerdan que les dije que la Champions es el torneo del Madrid, que lo demás es adorno? Hace 11 años, en 2004, el Real Madrid tenía 9; el Barça 1; ¿hoy día? 10-4, quizás 10-5 si le ganan a la Juve el sábado 6.  La única constante en este tiempo ha sido casi exclusivamente Florentino y más que él, su capricho de comprador compulsivo de jugadores y cuerpo técnico. Cualquier jugador, con las posibles excepciones de Cristiano e Iker, son moneda de cambio. Leo hoy en la prensa la multitud de jugadores que serán movidos si llega, como todo parece prever, Rafa Benítez al Madrid. Al menos él es canterano, espero que la respete un poco más.

Hoy día los grandes equipos de fútbol son máquinas de hacer dinero. El Real Madrid, para mi gran tristeza, es una máquina de hacer dinero que a veces juega al fútbol. Ni siquiera hay dignidad para despedir a las grandes estrellas del campo y del banco. Raúl, Hierro, Del Bosque, por citar a las que me acuerdo, con todos sus defectos y virtudes, fueron pilares de la institución y sus logros. Ni siquiera eso se respeta. ¿Será porque organizar una despedida por todo lo alto, como se hizo con Xavi, no da plata?.

Si me fuerzan a resumir en tres palabras la temporada, diría: Florentino debería renunciar.

Hamburguesas en Wendy’s

Originalmente publicada en estaisenmaracaibo.blog.com.

Wendy’s (www.wendys.com) solía ser una de mis preferidas en lo que a comida rápida se refiere. En mis tiempos en el primer mundo, lo vistábamos con cierta frecuencia. Al venir, no había Wendy’s en Maracaibo, por lo que le contábamos a la gente lo bueno que era. En el norte, Wendy’s producía unas hamburguesas realmente sabrosas, con carne a la brasa… “we don’t cut corners” era su logo.

Alrededor del año 97 ó 98 vino a Maracaibo, en su primera sede en 5 de Julio, enfrente de Montielco. Las colas eran inmensas para degustar las famosas hamburguesas de Wendy’s. Eran similares a las que se hacen ahora para la Harina Pan o el aceite. Y eso que los maracuchos somos realmente expertos en hacer y comer hamburguesas. Fuimos varias veces, con los chamos chiquitos, para que jugaran en el parque. Hasta algún cumpleaños de algún amiguito(a) se celebró en Wendy’s. Era comida rápida, chatarra, pero decente.

Después que crecieron los muchachos y la crisis se fue acentuando, las idas a este sitio de comida rápida fueron disminuyendo rápidamente. Sin embargo, este año tuve dos oportunidades de descubrir que sí exportamos algo más que el petróleo: nuestro excelso mal servicio. Y Wendy’s es uno de nuestros aventajados alumnos.

La primera vez fue cuando Miguel tenía que presentar la prueba LUZ. Salimos tarde, había cola y decidimos parar por unas hamburguesas en Wendy’s de Bella Vista con 72 y seguir. ¡Qué decepción! Un pedazo de carne medio crudo, dentro de un pan cuyo diámetro excedía con mucho al de la carne; las salsas echadas (no untadas) con displicencia, y un pedazo de mal tomate. Nada que ver con la foto de la publicidad arriba de las cajas. Como estábamos apurados salimos volando y no pensé más en ello.

Unos meses después, un viernes en la tarde, de papá soltero porque Carmen estaba de viaje, Miguel me llega con un 2×1 de Wendy’s. ¡Qué diablos!, viernes, cansado de la semana, sin nada a la mano, pues nos fuimos al dichoso Wendy’s, pero a la sucursal original, la de 5 de Julio. Quizás la pésima hamburguesa había sido sólo un descuido de la sucursal de Bella Vista. Al llegar, me sorprende que un viernes a las 7 pm esté desolado el sitio. Un par de familias, sólo unos niñitos en el parque… lo atribuí a la crisis. Ordeno el 2×1, y le explico que uno de los dos es con helado y el otro es con papas. Uno de los dos es de carne y otro es de pollo. Irene, que estaba con nosotros pide el menú de chamitos, con hamburguesa de pollo. Espera de 10 minutos (recuerden, es fast food, i.e., comida rápida). Pago (una barbaridad), y tengo el ticket en la mano, que dice dos papas y un helado, más las respectivas hamburguesas. Al menos el ticket dice lo que pedí. Me despachan puros helados. Tras aclararle a la muchacha que no era lo que le pedí, me explica que eso que pedí (y que ella oyó y anotó) no se podía pedir. Le dije que yo lo había pedido y ella lo había anotado y como evidencia tenía la factura, que claramente (dos papas y un helado) decía lo apuntado. “Señor, vea bien, aquí sólo dice una papa”. “Cuente, le replico… una y dos”. “No señor, vea (y yo veía, cual Santo Tomás, los agujeros de su mentira) que dice sólo una”. Vaya, que me dio mi cuestión, y resignado me siento para descubrir que todo lo había cambiado; las hamburguesas (si a este potingue se puede llamar así) eran todas de carne. Maldición dicha (ojo, que me sé algunas por las que me regañaron bastante), y juramento solemne de jamás volver a pisar este sitio. Si me ven allí, por favor, llamen inmediatamente a la policía: estoy secuestrado y me retienen allí. Por cierto, las pésimas hamburguesas son la receta: Son igualmente espantosas las de 5 de Julio y las de Bella Vista.

Varias semanas después, le compramos a Miguel otra hamburguesa, en un puesto cerca de la casa. Costó menos de la mitad, y pesaba como medio kilo: dos jugosos trozos de carne, queso de mano, queso amarillo, papitas ralladas, sus salsas como Dios manda, pan crujiente y tostado, cebollitas, tomate y lechuga en abundancia, la tirita de tocineta que se coloca en la carne para que le pase el sabor en la parrilla, lonja de jamón… toda una hamburguesa maracucha. Sólo recordarla me hace salivar de nuevo.

Días después la repetimos en la casa, hecho artesanalmente; infinitamente mejor. Nos faltó el huevito frito para hacer una señora hamburguesa.

¿A donde voy? No es ciencia hacer una hamburguesa sabrosa, jugosa y que alimente el espíritu de Pilón que todos llevamos por dentro. No sólo uno tiene que calarse un pobre producto (estoy seguro que cualquier Wendy’s de cualquier otro lado sigue manteniendo hamburguesas decentes – eso sí, ni de vaina se acerca a nuestras hamburguesas), sino un pésimo servicio, trato déspota, como si el consumidor le hiciera un favor al vendedor. No, señor, el comprador puede comprar en cualquier lado. Si Wendy’s te vende una porquería a precio de oro y encima de eso te trata como si fueras un imbécil, ¿qué va a suceder? Que desparece la cadena.

Si usted lee esto, no lo dude: Cualquier hamburguesería maracucha, desde las sifrinas (Té con té; Bon Burguer) hasta las de los locales en las “calles del hambre” son una mejor opción. Es más, anímese y hágala en casa. Busque carne molida de primera, con poca grasa, échele un poco de pan rallado y un huevo crudo (por cada cuatro hamburguesas; orégano, sal y pimienta y haga la carne a su gusto. Añade lo que encuentre en la nevera y en la despensa y verá que nunca más pisa un Wendy’s (ni aquí ni en ningún lado).

Y si tan siquiera atendieran bien…

De la tecnología, los árbitros y la FIFA

Originalmente publicado en estaisenmaracaibo.blog.com (en 2014, pero muy vigente).

Pues nada, el mundial obliga a escribir de él. Mis historias sobre Maracaibo seguirán, pero después. Total, es un blog y en el blog se escribe sobre lo que el autor quiere. No hay nadie que regañe… por ahora.

Desde que el hombre se puso en dos patas (pies), descubrió su inmensa flojera y trató de simplificar su vida con la tecnología. En vez de ahorcar bisontes, hizo la flecha… y de ahí a los Google Glass el camino, para los tiempos universales, es asombrosamente corto. Una de las cosas buenas de la tecnología es que nos permitió masificar la información y los alimentos, y las guerras dejaron de hacerse por comida y (tan) a escondidas. Hizo que subiéramos en la pirámide de Maslow (aunque con sus oscilaciones) y encontramos tiempo para entretenernos cada vez más. Inicialmente, nos divertíamos viendo como unos leones descuartizaban al de menos suerte, o nos divertíamos pateando la cabeza de algún enemigo,  hasta que nuevamente encontramos un modo de pasar el rato sin necesidad de sacrificar a un congénere.

En los deportes, la tecnología se ha ido imponiendo como un modo aséptico de dirimir las diferencias. Más que suplantarlo, la ciencia ha sido el gran aliado del árbitro, del umpire, del referee. La “novedosa” tecnología para detectar el gol de este mundial tiene años (más de 20) usándose en el hockey sobre hielo. En el fútbol americano, y más recientemente en el béisbol, está la apelación de la jugada (las claves, por supuesto). Y el fanático tiende a agradecer la justicia, porque es… justa, sobre la pasión o la limitación del ojo humano, por más imparcial que éste sea.

En el fútbol, la posibilidad de hacer trampa es amplia. Hay desde criminales silenciosos (cuentan de pequeños lápices con la punta muy afilada que los centrales tenían a disposición para clavarlos en los muslos de los delanteros en medio del barullo de un córner), hasta actores de Hollywood (con Cristiano Ronaldo y Alexis Sánchez como candidatos permanentes al Oscar). ¿Cómo se determina un offside con justicia? Supóngase un pase largo, de esos en los que Platini era excelso, con el delantero o el extremo corriendo detrás o en línea (peor aún). A menos que el linier tenga la capacidad del camaleón, ¿cómo cuernos fija la atención simultáneamente en dos eventos que no caben en su campo visual? Y el más grande de los dramas: ¿cuántos penalties injustos se han pitado que han cambiado el curso de un juego? ¿cuántos penalties justos han dejado de pitarse que han cambiado el curso de un juego?

Todos los deportes tienen jugadores, y casi todos tienen árbitros. La excepción (hasta donde sé) es el curling, versión nórdica de las bolas criollas, donde no hay árbitro y los mismos jugadores dirimen sus diferencias (no puedo imaginar algo parecido entre los paralelos N 45 y S 45. Vainas de los canadienses, escandinavos y demás, que son los vulcanos de esta era). Los árbitros son humanos,  y como tales, tienen sentimientos. Algunos de los sentimientos que no ayudan a la justicia son el miedo, el pánico, y la pasión. El miedo es lo que se siente cuando en un mundial un pequeño, digamos Costa Rica, le da un chocolate a un grande, digamos Inglaterra. Miedo a que la audiencia baje, porque los ticos son menos que los ingleses y tienen un PIB per cápita menor; es decir, es posible que el flujo de plata de la FIFA no sea el mismo. Pánico es pitar un penal en contra del de la casa en los últimos 5 minutos. Imagínense que Pepe, o Dani  Alves (por quedarnos en La Liga BBVA – ¿cuánto paga BBVA para que La Liga lleve su nombre?) le metan uno de esos machetazos que los han hecho famosos a un delantero argelino del Elche, o del Almería, en el minuto 89 de un partido en el Camp Nou o en el Bernabeu que vaya 0-0. En la mayoría de los casos, no pasa nada. En algunos, sobre todo con algunos insignes árbitros de España, al pobre argelino le salecartelino giallo por simular una fractura. Yo no digo nada de los árbitros, porque me imagino de negro y en esa situación, con 90000 almas mentando a mi pobre mamá. Nada, que prefiero una mala portada en “NotiElche” que una agresión de una docena de hinchas a la salida del estadio. La primera no duele físicamente.

Lo que nació del buen Rimet como una manera de hacer crecer y organizar al fútbol, devino en un monstruo de mil cabezas. Un emporio que posee un PIB superior al de unas cuantas naciones. Sus leyes son supranacionales. Si alguien recurre a la ley local, la FIFA lo desafilia y, ¿con quién jugar fútbol? El fútbol es un negocio. Primero la liga local, 38 o 40 partidos por año a tope, más la Copa, unos 11 o 12 partidos más, la mitad de ellos de primer nivel, más la Champions o la Europa League (i.e. la Libertadores y la Suramericana, cada confederación tiene la suya), otros 11 partidos más; más las fechas FIFA y las eliminatorias a Mundiales, Eurocopa, Copa América, etc, que pueden sumar 4 o 5 más al año. Un jugador de alto nivel (Robben, Cristiano, Messi, Neymar, Iniesta, Rooney, los que animan a ver el mundial) llega a éste tras 65 o más partidos en un año.  Algo más de un partido por semana. Por ello, los “viejos” de más de 30, salvo contadas excepciones, llegan tocados.

Pero no por ello el Mundial deja de jugarse. Son muchísimos millones en juego. Y aunque no está dicho, no puedo dejar de pensar en ello. ¿Habrá final Costa Rica – Colombia (por citar a dos de las grandes revelaciones)? Ni de vaina. ¿Brasil eliminado en primera ronda? Incendian toda la Amazonia, si además de ello medio Brasil está molesto por el gasto superfluo y la corrupción. Es más, España e Inglaterra están fuera porque jugaron tan mal que ni con la cancha inclinada ganaban. Por ello, los árbitros terminan siendo empleados de la FIFA. Por eso, el “penal” contra Croacia; los días extras de descanso para Brasil, y así. Este es el mundial que ganará Brasil, porque es como va el libreto de esta telenovela.

En fin, si este blog fuera muy leído, yo propondría los siguientes cambios, que me harían dejar de pensar mal:

  1. Apelación de jugadas: Cuatro apelaciones a discreción de cada técnico por juego. Sólo se puede apelar una tarjeta, un penalti, o un fuera de juego (este último no, si se implanta la # 3). Ambos técnicos (o sus delegados), y el cuarto árbitro, repasan la jugada en 1 minuto (que además sirve de hidratación y descanso), con el reloj detenido.
  2. Dos árbitros, uno en cada cancha. Si estamos hablando de superatletas, no podemos poner a un árbitro a correr todo el tiempo como ellos. En cada mitad prevalece la decisión del árbitro asignado; se comunican por radio, como ahora.
  3. Detección automática del fuera de juego. El que me diga que es difícil, le digo que difícil es colocar un submarino en la luna. Si la FIFA lanza el premio de 5 millones de US$ a la universidad o instituto que desarrolle la tecnología, habrán decenas de técnicas implantadas. En el estadio se prendería una luz que esté sobre la portería (como en el hockey).
  4. Permitiría un sindicato mundial de jugadores de fútbol, para que puedan negociar; ojo, no soy anarquista: Ya la NBA es así. Y creo que la NFL también.
Tres humildes cambios, que le entregarían mucha justicia al fútbol. Pero como el fútbol es como la vida, injusta, quizás esto no cambie.

Usos para la franela de España después del mundial 2014

Originalmente publicada en estaisenmaracaibo.blog.com.

Soy fanático de la vinotinto a rabiar. Soy desde la época de las goleadas, de la época de Vicente Vega y Pedro Febles. Soy de la época en que la única alegría era ver el zapatazo de René Torres clavarse en la portería de Argentina; uno buscaba que no se perdiera tan mal. Soy de los de verdad, no de los creados por el marketing moderno. Dicho esto, mi segundo equipo es otro igual de sufrido, aunque a un nivel más alto: La Furia Roja. Mi “fanatismo” por España es algo más reciente, cuando necesitaba hinchar por alguien en los mundiales. Como soy un fanático de verdad de la vinotinto, cariocas y gauchos son mis más aborrecibles enemigos. ¿Cómo cuernos un fanático de la vinotinto va a torcer por el scratch que le mete 8 al equipo de casa? No me jodan.

Está Alemania, que nunca pierde por mucho, nunca gana por mucho y siempre es favorita, y siempre llega a las finales. Bueno, digamos que me gusta como juegan. Si yo pudiera volver a jugar, me gustaría ser como Rummenigge o como Franz Beckenbauer, y no como el pata de palo, permanente banca en el equipo de 12 de la compañía. Pero Alemania no hace que me hierva la sangre. Digamos que soy un “seguidor” de Alemania. El otro equipo que siempre veo con buenos ojos es Uruguay. Este pequeño país está entre dos monstruos (futbolísticos), tiene muy poca gente y se las ha ingeniado para arruinarles la vida (futbolística) a ambos. Vamos, que odiando (futbolísticamente) a Brasil tanto como yo lo odio, uno no puede menos que sentir un fresquito con el Maracanazo. Además, cuando estudiaba primaria, los curas del Claret organizaron un torneo de fútbol donde todos jugaban, e hicieron los equipos más o menos al azar y a mí me tocó jugar bajo el nombre de Uruguay. Sólo recuerdo un juego, quizás fue que, como siempre, perdimos. Por descarte, y porque la sangre de papá me dió el vasallaje a Juan Carlos (perdón, Su Majestad Felipe, se me olvidaba que ahora es usté el de la Corona), pues me encaramo la camiseta roja.

España era como la vinotinto, ya lo dije, pero en un ámbito superior. Nunca pasaba de cuartos de final. Siempre Italia, algunas veces Bélgica, y así. Sólo una Eurocopa en el 64 y ya (y siendo en España bajo la “protección” de Franco, pues quizás alguna cuerdita se estiró de más; no sé, no había nacido, no la ví, no he leido de eso). Además, el remoquete de la Furia, pues no ayuda. Alguien furioso no gana nunca. Estuvo la época del Buitre, un buen grupo, pero sin suerte. Hasta que explotó esa maravilla que fue “la generación del tiki-taka”. ¿Cómo no irle a España? Sólida defensa, un portero iluminado (Iker tiene un santo en el cielo para él solo), Busquets y Xabi Alonso, y un muchachero que hacen goles a montones. Con Iniesta de primer violín, muchacho necio que no deja que le quiten la bola, pero sobre todo con Xavi de director de orquesta. Arbeloa era el único pataruco, el “funcionario público” como mi compadre Zeferino lo bautizó: Hace sólo su trabajo, sin esforzarse mucho; va, corta la pelota y se la pasa a Xabi o a Busquets y se devuelve a su oficina, diagonal a la portería. Dos Eurocopas y un Mundial. Justo premio a una generación formidable.

Como fanático en serio que soy, tengo mi cábala. El mundial pasado, después de perder España con Suiza, hice la solemne promesa de vestir, al menos 15 minutos diarios, la franela de España y si iba a la final, la vestiría completa ese día. Todo eso sin lavarla. Para semis, ya nadie se acercaba a mí a menos de 10 metros. Pero sirvió: España ganó el mundial. Y por primera vez ganó el equipo al que le iba.

Y vino la Euro 2012. Y “volvimos” a ganar. Y vino 2014. Ya venía un aviso: El Barsa no era el mismo, y ése es el esqueleto de la Selección (soy del Madrid, porsia). Para contrarrestar, decidí iniciar la cábala de la franela 10 días antes del mundial, bajo los mismos principios: todos los días 15 minutos, y la final completa. Sin lavar. Pero debo confesarles que tenía un mal presentimiento.

Al margen, el día 13-06 cumplí 22 años de feliz matrimonio con Carmen. Ése día tuve la osadía de quedarme en la oficina para ver el segundo tiempo. Total, 1-1 con Holanda no era mal resultado. Y bueno, espero que se acuerden, yo no puedo escribir lo que siguió. Cuando llegué a casa, mi esposa me había comprado en la mañana como regalo… la franela de España. Imagínense el sentimiento: ¿Me la pongo? ¿Después de una manito?

Me la puse al día siguiente; mi esposa es una gran mujer y no se merece ese desprecio. Imagínense el chalequeo: en la estación de servicio, en la panadería, donde los amigos.

¿Qué hago ahora con la franela?

Por supuesto que conservo la franela. Me la pondré bastantes veces. Seguro.

Pero pensé, ¿qué usos puede tener la franela de la selección de España en este mundial? Aquí van algunas sugerencias, y se aceptan otras:

  1. La obvia: lavas el carro o la usas de coleto. Bueno, para eso ya tengo la del Barsa. Y la de la vinotinto a veces, que me sacan la piedra; pero la vinotinto es la vinotino, uno no puede dejar de quererla por más vainas que le eche a uno.
  2. Guardela para cuando tenga que ir a una marcha del Gobierno y no quiera ponerse la franela del PSUV. Si es de la oposición, le sirve para que no le obliguen a ponerse la del PSUV; si es del PSUV y ya siente como que la masa no está para bollos (eso si consigue la masa), pues hace como que se confundió. Total, es el mundial.
  3. Se compra una etiqueta de la Selección de Chile, y se la pega tapando la de España y listo, equipo nuevo al cual irle. Tiene la ventaja de que al equipo de Chile también le dicen “La Roja”.
  4. Puede vestirla con orgullo ante fanáticos ingleses, portugueses, bosnios (y otros que caigan rápido y mal), y cuando lo chalequeen, le recuerdan que al menos siguen siendo campeones hasta el 13 de julio.
  5. (Sólo para fanáticos del Real Madrid). Se pone la camiseta merengue debajo, y le recuerda a los culés que si no hubiera sido por Xavi, Iniesta, Piqué, Pedro, Busquets, Cesc, etc. no hubieran heccho este ridículo. ¿Qué Iker también lo embarró?. Imagínate lo grande que es el Real Madrid que el portero de la selección campeona del mundo es banca en el RM. Listo.
  6. (Sólo para fanáticos del Real Madrid). Se consuela repitiéndose a sí mismo: No importa, ganamos la Décima al Atleti y le ganamos al Barsa la Copa del Rey. Suficiente para dos años.
  7. Si tiene niños en pre-escolar, búsquese una costurera, y de una franela salen dos camisitas rojas de sala maternal. No se preocupe, a esa edad los chamitos no se chalequean.
  8. ¿Un cumpleaños que llegó de repente y no se acordó? Ponga cara de circunstancia, meta la franela en una caja de regalo y le dice: “Chamo(a), te juro que la compré antes de… eso, ya tú sabes, lo del viernes aquel”  (cuesta escribir ese score).
  9. Si tiene la dirección de Iker, le envía la franela en una caja con una nota: Por tu culpa me gasté un realero en la franela. Anexe la factura de compra y los gastos de envío y solicite una compensación.
  10. Alégrese: el Bigotón (d. Vicente del Bosque) probablemente se quede sin empleo y hay chance de que lo contrate el equipo al que Ud. le va. Más allá de todo, el Bigotón es -en mi humilde opinión- uno de los mejores entrenadores del mundo. Hizo grande al Real Madrid e hizo grande a La Roja. Y como van las cosas, su precio debe estar accesible; y si el Real Madrid no puja, el precio sigue siendo accesible. Y no debe pujar, porque parece que Ancelotti se quedará un buen rato.

Como dije, ante todo soy un fanático de la vinotinto. Fui uno de los pocos que vio en vivo el 2-0 ante Uruguay en el Pachencho. Me salió del alma cantar, con 200 personas más, el “¿Y donde están, y donde están los hijos de p… que nos iban a ganar?” Disfruté el Centenariazo como los uruguayos disfrutaron el Maracanazo. No puedo olvidar la bicicleta de Ronald Vargas a Brasil, aunque quizás nunca vea a la vinotinto en un mundial de mayores.

Vimos un grupo de futbolistas excepcionales, y fue excepcional que tanto talento jugaran juntos, ellos hicieron historia. Y lo disfruté porque ganaron jugando bien, algo muy raro en este mundo de análisis informático, sabermetría y cálculos mercadotécnicos. Y también reconozco que esa España era, con algunas adiciones, un gran Barsa que también hizo historia. Dificilmente se verá un equipo similar. El Brasil del 70 y del 86, la Holanda del 74 y el 78 y me cuentan que la Hungría del 54 fueron equipos memorables. Añado a esos, la España 2006-2012. De esos, sólo Brasil 70 y España 2010 ganaron el mundial. Por eso el fútbol es único. Le agradezco a esa generación que nos divirtieran con un fútbol bonito.

Este mundial lo disfrutaré viendo fútbol, no sufriendo por algún equipo. Hasta hoy, 21 de junio, disfruté mucho del juego de Colombia, del de Costa Rica, del juegazo Ghana-Alemania (hasta ahora, de largo, el mejor del Mundial), del México heroico ante Brasil, de la garra de Uruguay ante Inglaterra, de cómo Irán le plantó cara a Argentina y al árbitro. Lo disfrutaré mucho más cuando los técnicos puedan apelar (y revertir) decisiones arbitrales erradas.

Maracaibo oscura

Originalmente publicado en estaisenmaracaibo.blog.com.

Cuando nací, viví unos años por los lados del Hospital General del Sur, pero casi no recuerdo esos días. Estábamos en una casa de médicos (pese a que papá era técnico radiólogo, algún acuerdo logró). La casa daba a un monte y a la Circunvalación 1. No había mucho más, excepto un gigantesco tanque de agua y otras casas. De lo que sí recuerdo bien, crecí primero en el centro, casi enfrente del Hospital de Niños y a menos de 200 metros del Museo Urdaneta. Por cierto, siempre pensé (de niño) que hablar educadamente era complicado, porque el aviso del Museo decía “Mvseo Urdaneta”. En fin, a lo que iba. Después viví cerca de la Iglesia de Las Mercedes, y por último en San Jacinto. Como ven, de todo un poco.

Una cosa constante que recuerdo de esa Maracaibo era su iluminación. Papá guardaba su escarabajo 65 en un garaje enfrente de la Plaza Urdaneta. El brillo de sus luces y la gente me deslumbraban en mis cuatro o cinco años. Íbamos a la plaza en las noches y era un juego de luces, agua y colores. ¡Hasta un reloj de flores había!. Después, ya muchacho mientras esperaba a la Universidad, hacía un curso en Bella Vista con la 64, en la antigua NCR en las noches. Salía a las 10 pm y caminaba a casa (sí, y lo mejor de todo, sin mayores preocupaciones). Bien sea por la 3F, desde el Hogar Clínica, o por la Av. Universidad, pasando por El Rasapaíto y El Manguito, Bella Vista era una fuente de luz. La 3F también tenía su luminosidad. Incluso cuando nos mudamos a San Jacinto, mi hermano y yo salíamos a jugar béisbol o fútbol, o a visitar amigos o muchachas cerca, la luz iluminaba las dos avenidas principales e incluso casi todas las veredas. Varias noches me vine en bicicleta de la Facultad de Ingeniería a casa por la Av. Guajira, perfectamente iluminada.

¿Qué pasó con esa ciudad? Hoy salgo de noche y veo una ciudad oscura, triste, como con pena de sí misma. Ya no camino, manejo. Mis hijos no sabrán lo sabroso que es caminar en el frescor de la noche marabina: tienen miedo, y no se puede ver nada. Hay pedazos enteros de la Av. Guajira, Universidad, Delicias, Prolongación C2, Amparo, C2, etc. que están a oscuras. Plazas a oscuras. Las mismas casas, que ayudaban con el resplandor, están oscuras. Y solas.

Aunque no he viajado mucho, de lo que he visto es que la noche es la que define la personalidad de una ciudad. El día hace la belleza y la impresión. La noche (en mi opinión) habla de su salud, de su encanto. Si mi apreciación es cierta, estamos ante una ciudad enferma y que necesita atención. Si a eso sumas que ya no invita a sus huéspedes a celebrar la vida en sus calles, pues es un asunto grave.

¿Qué creen ustedes?

Desayuno maracucho

Originalmente publicado en estaisenmaracaibo.blog.com

Algunos seguidores del blog se han molestado un poco porque los escritos son en tono de crítica, y popr que me dedico sólo a fomentar el estereotipo que cultiva el comportamiento de una minoría en la ciudad.

Esta vez no pienso criticar (y si se me sale algo, ofrezco disculpas por anticipado). Hablemos de los desayunos maracuchos (pero retomaremos el paso, no se preocupen). De lo muy poco que conozco en el mundo, en pocos sitios se desayuna como aquí. Un buen desayuno maracucho puede tener suficientes calorías como para llevarte hasta la media tarde sin problemas.

La mayoría de las opciones involucran muchos carbohidratos y proteínas. Nada que un cardiólogo con dos dedos de frente recomendaría a una persona que viva en una ciudad con una temperatura media cercana a los 30°C. Pero como no voy a criticar, dejemos eso de lado.

Los productos son caseros, y aunque desconozco los orígenes, sospecho que deben venir del manejo que se haría de lo que quedaba de la cena. Tenemos los pastelitos, que son dos tapas circulares de harina de trigo rellenas con carne (mechada o molida), queso, pollo o papa, en sus versiones tradicionales. Las mandocas son palitos de plátano que pueden ser dulces o salados. La empanada es hecha con harina de maíz, con rellenos como los de los pastelitos, aunque es muy popular la empanada de pabellón (con todos los ingredientes del pabellón – carne, caraota, trocitos de plátano, todo un manjar). Tenemos los tequeños, que todos conocemos (una columna de queso enrollada por láminas de harina de trigo. Siguen las “papas” (papa molida y frita, según yo creía, pero me corrigen y dicen que es yuca – la verdad es que a mí no me gustan mucho). Todo es frito, absolutamente todo, más motivos de asombro para el cardiólogo. Como ven, parece lógico que los pasteles y las empanadas sea un modo de aprovechar lo que quedó de la cena en el desayuno. Un buen maracucho “pasa” los pastelitos y las empanadas con uno o dos “frescos” (refresco de cola). A pesar de que muchos sitios ofrecen jugos naturales, maltas y agua, un buen desayuno maracucho incluye el fresco.

Ahora bien, a pesar de su origen casero (y de ser usado frecuentemente en las casas), un maracucho que se respete debe ir a comérselos a un puesto en la calle. Hay cientos, o miles, de puestos, desde el toldito en el frente de la casa, en donde la señora prepara sus dos docenas de empanadas para redondearse un dinerito extra, hasta cadenas de franquicias con docenas de sucursales en ferias de comida de centros comerciales y locales propios que recuerdan restaurantes de primera.

Para el visitante, le voy a mencionar los sitios y comercios que, en mi humilde opinión de poco experto, son los más sabrosos: el primero, sin duda, se llama Pastelitos Andinos, en la 72, entre Delicias y la 15A. Son pasteles con mucho sabor, bien preparados, sin estar rebosados en aceite y la atención de los dueños es de primera. Hay que ir temprano porque si no se acaba todo. La cadena Montserrate fue una de las primeras en su género. Sus productos son como los de Andinos en sabor, aunque han venido perdiendo popularidad últimamente. Su gran ventaja es que producen continuamente: se puede ir a las 6 pm a “desayunar”, en cualquiera de sus locales. Otra cadena, muy popular y ampliamente extendida, es Pipo. Aunque sus productos son más aceitosos (para mi gusto), es toda una experiencia ir a Pipo. No poseen sillas ni mesas, atienden en la amplia barra, que a primera hora en la mañana está atiborrada. No se preocupe si la encuentra así, será atendido y despachado en un minuto. Se asombrará del tamaño y capacidad de sus freidoras. Si deja propina, su camarero gritará “tanto para el pote”, a lo que el resto de los camareros gritarán “Graaaaaacias”. Otros que conozco menos son Edward y Rikosón; los de la esquina de Enelven, en la 76 con la 11 son buenos también. No es mala idea probar los puesticos enfrente de las casas, aunque puede ser una sorpresa. Un amigo tenía un puesto hace años en el frente de su casa, atendía sólo los fines de semana, pero eran una verdadera delicia. Iba dos o tres veces al mes. Ya no existe.

No puede venir a Maracaibo y pernoctar sin que pruebe los pasteles. No tiene excusa. Hacia donde voltee los verá. Así esté a dieta. Una vez al año no hace daño. Y dos o tres tampoco.

Un maracucho de viaje

Originalmente publicado en dos entradas en estaisenmaracaibo.blog.com: Parte I y Parte II

En Venezuela, Carnaval y Semana Santa son épocas de escapatoria. El país se detiene por 4 o más días y la gente se vuelca a las playas, los ríos y las montañas en busca de paz y descanso. He allí la primera contradicción: huyes de una ciudad colapsada, con colas, tráfico y desorden, para hacer colas, con tráfico y desorden, pero en algún otro lugar. Por supuesto, una cosa es estar haciendo una cola en un banco y otra un cola en la playa.

Pero vayamos al grano. Un par de días antes de la fecha de partida, se comienzan los arreglos (¿dónde quedó el traje de baño?, ¿el gorro pa’l frío?). En las tiendas se agota el betún de zapato blanco. Se hace la solemne promesa de arrancar temprano, para no coger cola. El día “D”, tempranito, se empacan las cosas en el carro y se arranca de viaje, no sin antes, colocar con el betún blanco en el parabrisas trasero, el destino y el origen del vehículo junto a cualquier otra información relevante: “De Maracaibo pa la playita… a beberrrr!!!”

Se inicia el viaje, pero con la premisa de que nadie puede llegar antes que uno al destino. Así, comienza nuestra versión local de la F1 en Venezuela. Les aseguro que me han pasado en autopistas vehículos a más de 160 km/hr (cuando el límite es 80 km/hr). Es absolutamente irrelevante el estado de la vía; es importantísimo pasar al que está delante, es el enemigo a vencer, el alma poseída por Satán cuya única intención es arruinar las vidas del maracucho que va detrás impidiéndole que vaya delante (más nada, de resto, es un ciudadano común y hasta un pana). He allí una de las razones por lo que los partes de las autoridades, tras el asueto de vacaciones, sea parecido a uno de guerra.

De más está decir que eso de “drinking and driving” es una sutileza de los países desarrollados. Se podrá quedar la pasta de dientes o el traje de baño, pero el asesor de viaje, el viejo Parra, jamás! (Nota: Para mis lectores desapercibidos, el viejo Parra es un asesor especial, que conoce de todos los temas en profundidad y que en los países de habla inglesa se le llama Old Parr. Hay otros asesores especializados, como Mr. Buchanan, el caminante ó Johnnie Walker, y otros más mundanos, llamados Polar y Regional). Transcurrida la primera hora y/o digeridos los respectivos pastelitos, comienza el trabajo de asesoramiento.

Con lo anterior en mente, las autoridades diseñan “operativos”. Desde hace unos 30 años o más, consiste en enviar a cuanto uniformado exista en el país a establecer alcabalas en el camino. Una alcabala consiste como mínimo de: diez conos anaranjados, o que lo fueron, colocados en el medio de la vía, tres a cinco oficiales uniformados (es irrelevante su adscripción, pueden ser de la brigada ambientalista) y una mata con sombra a la orilla del camino. Como accesorios adicionales, puede haber: una ambulancia, una grúa, unas motos y un tráiler rodante. En ocasiones, hay muchachos de la gobernación repartiendo volantes, y de seguro vendedores ambulantes que ofrecen café, galletas, dulces, frutas, etc.

Imagine la situación en donde miles de vehículos transitan por las carreteras y hay centenas de estas alcabalas: sí, colas enormes en las alcabalas. Uno debe prepararse mentalmente para adicionar unas dos a tres horas más de viaje para tomar en cuenta las alcabalas. Nuestro héroe de la tierra del Sol Amada, no hace esas cuentas. Es más, usualmente el asesor le explica que esos minutos se lo están robando de sus sesiones de trabajo a la orilla de la playa o en la pata del cerrito. Si a eso sumamos que la configuración genética hace que el cuerpo entre en colapso cuando el vehículo está detenido, tenemos el coctel perfecto.

Ahora imagine usted que llega a la cola, en una carretera de dos vías (una de ida y una de vuelta) con unos 100 ó 120 vehículos por delante. Normalmente usted se detiene y empieza a rodar a unos 5 km/hr mientras pasa la alcabala (que no sirve para otra cosa que exactamente eso, ya veremos). Nuestro héroe indómito llega detrás de ti y tras unos quince metros recorridos, se desespera y arranca por el carril contrario (el cual está mayormente vacío por que está siendo detenido por la alcabala en cuestión). Ahora tenga en cuenta que hay multitud de estos héroes. La cola, que debía durar unos diez minutos, dura treinta porque se forma el barullo para pasar en la alcabala.

Un día, cuando era más inocente que ahora, estaba en una de esas colas. Usualmente lo que hago es manejar pegado al parachoques del carro que está delante para impedir que un héroe se cuele (de todos modos es irrelevante, porque los he visto circular por el lado derecho, donde sólo hay monte). Ese día estaba a unos 20 metros de la alcabala, cuando la maniobra de uno de estos señores puso en riesgo de choque a varios vehículos delante de mí, prácticamente en las narices del oficial que custodiaba la alcabala. Al llegar mi turno, segundos después, después de recibir la mirada escrutadora de rigor (un dato adicional: si no desea ser interrogado, lleve niños pequeños, de preferencia sus hijos), le dije que si no pensaba hacer nada al respecto de los que se adelantaban la cola. Me dijo que cuál era mi problema; era obvio que no entendía mi pregunta. Tras explicarle que las colas es un perfecto ejemplo de la metodología FIFO (first in, first out), que se supone que el primero que llega es el primero que es revisado, etc, etc., me miró como al que se le hace la luz, y me dijo: “Y no habéis visto un coño, esperá a mediodía pa que veáis el verguero que se forma aquí – adelante ciudadano”. Nada, estáis en Maracaibo.

Debo reconocer que es verdad que mis paisanos no sólo viajan por carretera, así que no quiero crear un estereotipo de maracucho que le tiene miedo al avión. Nada más alejado de la verdad. También viajamos por avión. Y también tenemos nuestras mañas. Por ejemplo, cuando un maracucho se va de viaje, media familia lo acompaña al aeropuerto. No importa la causa o razón del viaje. Y lo va a recibir de vuelta una cantidad similar. Si está en otro aeropuerto y quiere saber cual es la puerta que conecta con el avión que va a Maracaibo, sólo fíjese en cual tiene a todo el mundo apurruñado en la entrada, sin hacer las dos filas que dice la azafata: siguen igual de apurruñados (ver diccionario). Pese a que la azafata insiste en que los puestos están numerados, siguen igual de apurruñados, y todos insisten en pasar. Los más agresivos dirán que son unos idiotas, los más filósofos dirán que carecen de orden social. Nada de eso. Lo que sucede es que el equipaje de mano de los pasajeros excede con muchísimo la capacidad de los portaequipajes encima de los asientos, y se trata de lograr pasar antes de que alguien le quite el sitio. Otra manera infalible de reconocer el counter de una aerolínea con destino a Maracaibo es ver a la gente registrando como equipaje TV’s de 72 pulgadas, 16 maletas, etc. etc.

En fin, a lo que veníamos. El maracucho llega a su sitio de destino. Pongamos, por ejemplo, la playa. Se registra en el hotel, dejando su vehículo (el estereotipo indica que es una SUV, con los vidrios ahumados (polarizados), y con un equipo de sonido cuyo costo sea casi igual al del vehículo). Un verdadero maracucho se baja al lobby del sitio esgrimiendo una Regional Light, (por aquello de que vienen manejando, no abusan tomando cervezas de mayor grado alcohólico). Un aviso de lo que viene se destaca cuando se abre la puerta de la camioneta, y suena el vallenato (o, en su defecto, el reggeton) a unos 200 db superior a los valores máximos que tolera el oído humano.

Siempre deben alojarse dos o tres personas más por habitación de lo que indica el hotel. Liberadas las maletas, los viajeros se dirigen al depósito, se proveen de bastimento y de las respectivas lupulosas (o de los frasquitos de whisky, según sea la condición social), y se dirigen a la playa. En este momento, se bajan los vidrios y la ¿música? va retumbando por el camino. Al llegar a la playa, se abren las puertas y comienza el concierto. Sé que no me creerán esto, pero hace tiempo alquilamos un catamarán para que nos diera un paseo. El catamarán estaba como a unos 500 mts de la orilla, y entre los tragos y los pasapalos (botanas) lo pasábamos muy bien. Uno de los defectos del catamarán que usábamos era que la música de ambiente era provista por un radio portátil sin mayor potencia, pero en el medio del mar, lo hacía con la adecuada intensidad. Poco a poco fue amortiguado por una camioneta estacionada de reversa, con parlantes suficiente para dejar sordos al Maracaná. Tanta fue la música que ahogó al pobre radiecito del catamarán. En otra ocasión sencillamente tuvimos que irnos cuando un paisano estacionó su carro y no nos dejó conversar más.

No espere oír otra cosa que vallenatos y reggetón. Gaitas ocasionales, sólo si es época de Navidad y el maracucho pasa de los 35. Y no espere que cuando se les acabe la cerveza o caiga la noche esto cese. La parranda continúa en el hotel o posada. En una ocasión, en la quietud de la montaña a unos 2000 mts de altura, pasábamos una agradable noche en una tertulia hasta que llegó el paisano y decidió que nadie más dormiría esa noche. El hotel era como una C, en cuya parte interna estacionaban los vehículos. Podrán imaginar que en un campo a esa altura no hay mucha bulla. Ya en muchos sitios he tenido que dar explicaciones, ya que los posaderos no aceptan a mis congéneres.

Por supuesto, vallenato o reggetón sin pea incluida no es tal. Esta escena puede repetirse todas las noches del viaje. Sin falta. Por supuesto en la última noche, como es la despedida, la fiesta es apoteósica. Al otro día, con el ratón alborotado, y viendo que ya es mediodía, se empaca rápidamente, se baja otra light (“pa’l ratón, vos sabéis”) y se emprende la retirada al paraíso. Para detalles de cómo es el regreso, lea la parte I. Sólo cambie el letrero que se pinta con betún en el vidrio trasero a: “Pa Maracaibo, mamao y sin cobres”.

 

Viaje en autobús

(originalmente publicada en estaisenmaracaibo.blog.com)

Una gran aventura que Ud. puede hacer cuando esté en Maracaibo, es montarse en un autobús. Mi ruta preferida (y muchos coincidirán conmigo) es la Ruta 6; si hace el recorrido completo, puede ser hasta 1 hora de viaje emocionante, que hará que su adrenalina fluya libremente, que dejará en pañales a esos programas de competencias extremas: nada que envidiar a los X-Games, o a los aventureros de Discovery Channel o Animal Planet que se meten en la jungla con sólo un cuchillo y un camarógrafo (que por cierto, es el verdadero héroe, porque hace lo mismo que el protagonista, pero con una cámara de hasta 10 kilos encima).

Demos por sentado que Ud. no va a ser atracado o hurtado, no queremos entrar en esos detalles. Entrar al bus es una odisea: no hay ayudas, usualmente la escalera está llena de pasajeros. No trate de buscar asiento, nunca hay. Sin embargo, los buses nunca dejan de detenerse a recoger un pasajero. Los buses maracuchos tienen un ayudante, llamado el colector, que cobra a los pasajeros y se la pasa gritando “abrevia, abrevia” (una manera elitista de decir que se apuren). Cuando el bus se satura, el colector empieza a decir “esparda con  esparda”; mejor hágale caso y ubique a algún parroquiano y dele la espalda: No se preocupe, él/ella hará lo mismo. No hay dos buses iguales, ni están pintados con los mismos colores. Pero no se preocupe, no puede dejar de notarlos.

No entiendo mucho de la gerencia de las empresas autobuseras. Intuyo que las rutas deben ser concesiones que da la Alcaldía a empresas que proveen los autobuses. El bus tipo es un Ford 750 convertido en bus por una de dos empresas (que imagino gringas) llamadas Atlas o Blue Bird. Por alguna razón, todos tienen problema de embrague, y los cambios de velocidad truenan. Las empresas colocan sus buses y establecen unos horarios, de modo que hay unos señores, con unos cuadernitos llenos de números, ubicados en sitios estratégicos y que controlan que los buses pasen a la hora adecuada por el sitio adecuado. Esa es la única regla que respetan los buses… y encuentran la forma de torcerla. ¿Recuerdan lo de se acata pero no se cumple? Aquí va.

Yo no entiendo mucho del sistema, y lo voy a relatar desde el punto de vista del pasajero de la Ruta 6, que la tomé durante muchos años. A la hora determinada, el bus está en la parada con el hombre que chequea la hora. En la parada puede estar 3, 4, 6 y más minutos. Los pasajeros dentro esperan y esperan. De repente, comienza a rodar el bus a un promedio de 10 km/h, exasperantemente lento. Si llegan a un semáforo, se detienen. No importa el color del semáforo (pronto verán un artículo sobre este tema). Allí se paran, y luego siguen manejando con una lentitud pasmosa. Todo esto hasta que se ve el autobús del siguiente período de tiempo (el que Ud. tomaría si pierde el que está usando). En ese momento obra un acto milagroso en el chofer, que, como si viera a Satán detrás de él, comienza a correr como loco. El bus comienza a crujir, los frenos chillan, los cambios truenan, la corneta suena como loca. El asunto es que el bus tiene que llegar al siguiente puesto de control antes que el que le sigue. Si llega retrasado, el chofer debe pagarle al que va detrás. Con esta estrategia, maximizan los ingresos (robándoselos al de atrás), y minimizan las multas. Imagínense nada más lo que hace en el tráfico esta estrategia. Si a eso le sumamos un vallenato a todo volumen retumbando en el bus, resulta impresionante que no seamos una población de esquizofrénicos; y más impresionante aún que el bus oiga a los pasajeros solicitar la parada (espero que ni se le haya ocurrido que hay bocinas, campanas o luces de advertencia: la parada es a grito limpio).

Por supuesto, las paradas no existen. Ud. puede ver al autobús detenerse cuatro veces en una misma cuadra. Es toda una aventura pedirle que se detenga; si va apurado es irrelevante que lo haga: las paradas sólo existen en la mente del chofer, y se detendrá sólo en aquellas que le convienen. Hay, sin embargo, cosas interesantes que Ud. puede hacer en un autobús, aparte de ver si su corazón está sano: móntese temprano en la mañana de un domingo, y deléitese con la filosofía popular escrita en las paredes y asientos, así como con las calcomanías que adornan las paredes y que rayan en la pornografía. El día está completo si encuentra los tabloides amarillistas de crónicas policíacas, mujeres en bikini y comentarios deportivos en uno de los asientos.

Cerrando el comentario con una reflexión, esta vez en serio: no podemos aspirar ser una ciudad moderna con el sistema de transporte público que tenemos. Es obsoleto, destartalado, enemigo mortal del ambiente y sus choferes, en una exasperante mayoría, abusadores y sin el más mínimo sentido de la cortesía.

Carritos por puesto

(originalmente publicada en estaisenmaracaibo.blog.com)carritos por puesto

Si hay algo que identifica a nuestra ciudad de manera distintiva, son los carritos por puesto. Dado que es algo que no existe en ningún otro lado del mundo, me permito una explicación.

En Venezuela la gasolina es casi gratis: sólo un par de centavos de dólar cuesta un litro, al cambio oficial. Un litro de cualquier otra cosa es más costoso: agua, jugo, refresco, cerveza, lubricantes, etc. Así, nadie calcula el costo de la gasolina en un presupuesto (menos el gobierno que lo subsidia). Yo, por ejemplo, dejo las monedas que recibo de cambio en el cenicero del vehículo y de ahí saco cuando pongo gasolina en el carro. Haga un ejercicio de imaginación y suponga que la gasolina es gratis.

Aquí va uno: Tome un carro de hace 30 años (mínimo), con el motor desvencijado y la carrocería y sus partes internas en peor estado aún. Coloque un letrero indicando la ruta, y lleve cinco (sí cinco, es un sedán de seis puestos) pasajeros a su destino. A modo de ejemplo del párrafo anterior, cada pasaje equivale a unos 30 ó 40 litros de gasolina. Acaba de conocer a los carritos por puesto.

Los carritos por puesto son el principal medio de transporte en Maracaibo. Un 50% de ellos están sindicalizados y negocian con la alcaldía rutas, horarios, pasajes. Otro 50% viene de los desempleados que poseen un carro viejo y se dedican a transportar a grandes cantidades de peatones que no poseen un servicio de transporte adecuado. ¿Qué si no hay buses? Sí hay, pocos y en muchas ocasiones en un estado tan lamentable como los carritos.

Algunas particularidades de los carritos: no tienen parada de buses (o de carrito). Usted sencillamente le dice: “Dejame donde podáis” y el chofer lo deja a usted. El siguiente pasajero puede decir lo mismo 30 metros después de usted e igualmente el chofer se detendrá.  Si se trata del pasajero que va en el asiento trasero, justo detrás del chofer, usted verá la cómica escena de dos pasajeros bajándose y volviéndose a subir al carro. Imagínese lo que eso hace a la fluidez del tráfico.

Un carrito por puesto que se precie no tiene luces que funcionen ni accesorios de seguridad. Para la mayoría, las señales y leyes de tránsito fueron inventadas para entorpecer el trabajo del “carrito”. Si al llegar a una esquina con tráfico un  carrito por puesto se detiene para darle paso (por su voluntad, no porque se esté deteniendo a dejar un pasajero), compre usted la lotería: es su día de suerte. Lo opuesto es que usted choque con uno de ellos: no hay trámite posible.

Ya sé lo que está pensando. Y la respuesta es no. No hay candidato a alcalde que desee ganar al que se le ocurra proponer su eliminación (incluyendo cualquier modalidad intermedia: sustitución por buses, metro, modernización, etc.) Esa es nuestra identidad.

Nuevo uso del semáforo

(originalmente publicado en estaisenmaracaibo.blog.com)

Una tarde cualquiera, entre semana. Semáforo de Los Rhode, yendo de la Plaza de Toros a Humanidades. Acercándome al semáforo, en el canal de cruzar a la izquierda, veo una situación extraña. A primera vista, parecía un atraco: un carro encendido, con la puerta abierta y un tipo parado enfrente de la puerta, mirando al interior.

La curiosidad morbosa (esa que hace que detengamos la velocidad para ver un accidente en la contravía) hace que me quede viendo el detalle. Veo que un líquido corre… ¿qué está pasando?. Transcurren unos segundos. Mucho tiempo para un atraco.
De repente, el hombre pega unos brinquitos, se sube el cierre, y se monta en el carro. Un charco que corre calle abajo indica que su vejiga no podía más, y optó por mear en media avenida, en pleno tráfico, aprovechando la luz roja.
Somos geniales los maracuchos: nadie sabía que una buena meada dura lo que una luz roja del semáforo!

Cómo se hace una cola en Maracaibo

(originalmente publicado en estaisenmaracaibo.blog.com)

Haciendo una cola, larga. Sólo entrarán algunas personas, otras se quedarán sin hacer el trámite. Los que están en la cola, algo larga esperan ante un sol que amenaza en ponerse inclemente en unos minutos.

Llega una muchacha joven, como quien no quiere la cosa, sin ver a nadie en concreto (aspecto muy importante). Llega y saluda a la persona que tengo delante. “Hola fulanita…, cómo se me hizo tarde, las colas de los carros están difíciles, y el chamo no se quería parar” (y así unas excusas más). Luego se habla de la jornada anterior, un poco más allá de esta jornada.
La cola no camina; pero tres minutos después, ya está perfectamente instalada y conversan del buen mozo que llegó a la oficina de la hermana de la amiga del novio de la sobrina, que está de un bueno que ni comer con los dedos… y de repente la cola comienza a caminar.
Aprovecho el momento, le toco el hombro y le digo que, por favor, vaya al final de la cola, ya que si pretende colarse, debo denunciarla adentro, especialmente si me quedo sin entrar, ya que llegó tarde y se está aprovechando de la amiga. Me dice, como si nada, que la amiga le guarda el puesto. Al final, se va para atrás, después de la amenaza de rigor.
Todo un triunfo… claro, esto mismo lo hicieron unas quince personas más. Igual me quedé sin entrar

Dancing with the garbage truck

(originalmente en estaisenmaracaibo.blog.com )

Una prueba de que no somos suizos (ni lo seremos): Fiesta en una urbanización cualquiera, arranca a las 12 de la noche, son las 6 am y los vallenatos retumban (de más está decir que cuando hay una fiesta en una casa, la hay en todas las casas, por el volumen de la música). Ya están “golpeados” los asistentes, y de repente, cuando el sol calienta un poco más, llega el camión de la basura. El jolgorio arranca de nuevo con la mitad de los asistentes colgados del camión, y la otra mitad filmando.

Lo más curioso es la cara de los operadores del camión, que permiten que los muchachos, borrachos hasta más no poder, hagan la recogida de la basura. Menos mal que no los dejaron manejar el camión.
La faena termina cuando el camión sale de la calle y se devuelven, entre risas y hediondez, los muchachos.

Estacionando…

(originalmente publicado en estaisenmaracaibo.blog.com)

Llego a casa a eso de las siete y media de la noche. Con la inseguridad que hay, los que van llegando a sus casas, guardan los carros. Como ya está medio oscuro, hay muy pocos carros. En la acera de mi casa, hay unos cien metros hacia adelante y cien hacia atrás totalmente libres…

… excepto en la entrada de mi garaje, donde hay un carrito compacto tapando justamente la entrada. ¿Cómo carajo hace una persona para tener el tino de acertar la puerta de mi garaje y no los doscientos metros libres de acera que hay en la calle?
Menos mal que, diez minutos más tarde, y acertando la casa en la que se haya el visitante, logro que mueva el carro. Oh, sorpresa: me dan las buenas noches, y me ofrecen excusas por haber ocupado el sitio. Hoy estoy de suerte, salgo de nuevo a comprar la lotería de la noche.

Policía acostado

(originalmente publicado en estaisenmaracaibo.blog.com)

Un turista desapercibido, hace años, manejaba por una avenida de Maracaibo, en ese momento bastante despejada. Su copiloto, maracucho de nacimiento, en medio de la animada conversación, le advierte: “Mosca con el policía acostado que tenéis alante”. El turista, en medio del asombro clavó los frenos para no atropellar al funcionario. Obviamente, desconocía que a los reductores de velocidad los llamamos aquí (y, para ser honestos, en toda Venezuela) con ese remoquete.

El término y el adminículo sugieren varias cosas interesantes. Primero, un policía no es un facilitador de la seguridad o del bien común. Al bautizar al reductor como policía (y bien pudiera haberse usado fiscal, patrullero, el funcionario legal que usted desee), refleja la percepción de que el policía detiene el funcionamiento; reduce el recorrido, estorba el desempeño. No puedo imaginarme a un noruego, canadiense o japonés entendiendo este fenómeno. En este caso, el turista era centroamericano y, bueno, los latinos somos todos muy parecidos, por lo que el caso no pasó más allá de algunas carcajadas.

Por otro lado, en Maracaibo florecen estos instrumentos. Junto con los huecos, hacen lenta una ya congestionada ciudad que no ha visto una nueva vía rápida en muchísimos años, más de los que puedo acordarme (¿30?). Muchas de las colas surgen porque alguien, con autoridad o sin ella, sencillamente los coloca para reducir el riesgo de que un conductor imprudente cometa un desastre por exceso de velocidad. Es decir, no hay autoridad (ley sí hay, se acata pero no se cumple) que impida el exceso de velocidad; o que impida que el libre tránsito se vea afectado.

Esto ha llegado al extremo que en las vías expresas esto se manifiesta de manera igual. En el trayecto Maracaibo-Coro hay 45 policías acostados en un trayecto de 240 km. Peor es en trayecto Maracaibo-Barquisimeto. Allí los números contados varían, pero el consenso es que en los 350 km hay más de 100 policías. Uno cada 3 km.

Sin embargo no hay mal que por bien no venga. Un policía acostado es una fuente de trabajo en las vías expresas y algunas citadinas. Venta de agua, café, chucherías, refrescos, juguetes, etc. prolifera gracias a la posibilidad de exponer la mercancía al momento de pasar por el susodicho policía. Pero este es tema de otra entrada.

Una de sobrenombres

(originalmente publicada en estaisenmaracaibo.blog.com el 02-09-2012)

Un día para el olvido, definitivamente. La rutinaria parada en la panadería se modifica un poco cuando, camino de salida, veo la licorería (aquí llamado depósito de licores, o simplemente depósito). “Una cerveza no cae mal a esta hora, ¿verdad?” me dije para mis adentros. Entro al sitio, cuya entrada se ve franqueada por dos grandes letreros. El primero dice que está prohibido fumar en las instalaciones de acuerdo a la ley tal y cual. El segundo dice que el permiso de funcionamiento del local no autoriza el consumo de licores en el local y sus alrededores, y, lo más importante, que quienes infrinjan esta norma serán penados por la ley. Como supuestamente decían los conquistadores españoles de América con respecto a los decretos de Su Majestad: “Se acata pero no se cumple”. 500 años después, ahí vamos.

Pero esa no es la historia. Entro, tomo mi cerveza, me dirijo a la caja y mientras espero que el cajero culmine la transacción, no puedo dejar de escuchar a dos parroquianos que liban sus cervezas mientras los últimos centímetros de sus cigarrillos indican que los encendieron al mismo tiempo. Uno de ellos le dice al otro: “Mirá, ¿que sabéis de fulanito de tal? ¿Ya creció?”. A lo que su compañero, entre risas, le espeta: “Qué va, el coño ‘e madre ese sigue igualito. Ve que parece un jockey ‘e perro”